• Día 1 •

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A Midoriya Izuku siempre le había fascinado la astronomía y el universo

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A Midoriya Izuku siempre le había fascinado la astronomía y el universo. Le maravillaba la forma en que los confines de la galaxia se expandían cada vez más y más, creando un lugar infinito lleno de increíbles estrellas, planetas y quién sabe qué más.

El universo era maravilloso. Porque, así como sus rincones eran infinitos, también lo era el conocimiento sobre el mismo. ¡Midoriya podría haberse pasado toda una vida investigando sobre cada astro, galaxia, o agujero negro! ¡Le faltarían años para conocer el intrincado proceso de vida de una estrella o hasta su potencial evolución a supernova!

Podría decirse que el universo estaba en progreso. Nunca encontraba su final. Y eso era lo que le gustaba a Midoriya —y la razón por la que comenzó a estudiar astronomía en una prestigiosa universidad en Kyushu.

Todo aquello del universo en progreso le causaba mucha curiosidad. Podría decir que su forma de ver la existencia era parecida: nada era definitivo, todo avanzaba y cambiaba constantemente.

La vida en sí misma era un constante progreso.

Pero, más que nada, su relación con Todoroki Shouto también atravesaba diferentes niveles de progreso.

Entre ellos...

El nivel sexual.

Más precisamente, el que implicaba el uso de juguetes sexuales a control remoto. Midoriya llevaba echándole un ojo encima a un consolador anal cuya intensidad era manejada por la persona a la que le confiaras el control.

Y comenzaba a sospechar que su relación de siete meses con Todoroki, el muchacho que era su compañero de clases hace ya casi un año, había progresado lo suficiente para confiar en que pasarían un buen —aunque esperaba que excelente y totalmente recomendable fue el adjetivo con el calificaría su compra— momento haciendo uso de una de esas peculiares cositas.

Sí, Midoriya no tenía cómo es que empezó hablando filosóficamente del universo para acabar enfrascado en una conclusión sobre juguetes sexuales, pero, ¿qué más podría haber hecho?

Su paquete llegó más rápido de lo que creyó. Aquel tenía que ser su jodido día de suerte.

Pobre del alegre cartero que le dio su caja sin siquiera imaginarse qué diablos había allí dentro.

—¡Qué disfrutes tu paquete! —Le dijo el muchacho totalmente ajeno a todo.

Midoriya reprimió una sonrisita. Por supuesto que iba a disfrutarlo.

El corazón le reventaba contra las costillas mientras rompía las cintas de la caja con un cuchillo de cocina y hacía volar por los aires el plástico protector de burbujas. Ver el empaque le quitó el aliento.

—Virgen Santísima de Nuestro Perpetuo Orumaito —Midoriya exclamó con gran sorpresa—. Protege mis pensamientos ahora mismo.

No se detuvo mucho tiempo a observar los detalles de la caja rectangular, o tendría que devolver el paquete al ingenuo cartero.

TodoDeku Week 2020 - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora