Huidas

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Tenemos que huir. Es lo único que tengo en mente.

Sigilosamente, abrimos una ventana de la planta baja y saltamos al jardín del castillo.

No podemos ir hacia la parte frontal, donde hay los dos únicos guardias de noche, vigilando las puertas de salida.

Con las capuchas puestas vamos a la parte trasera del muro. Dentro del jardín hay árboles y veo uno que nos puede servir para trepar el muro.

-Creo que si trepamos este árbol podremos superar la muralla.

-¿Y cómo pretendes bajarla? Porqué yo no pienso saltar 4 metros, Janet.

-Cierto.

Miro alrededor de donde nos encontramos, hay unos cuantos árboles, hierba y unas cuantas cosas apiladas contra la pared del castillo.

-¿Qué es eso? -Señalo.

-Son viejas maderas y cuerdas del establo, las tienen que recoger cuando acaben de restaurar el establo.

-Cojamos unas cuantas cuerdas y unámoslas - digo - nos servirán para bajar.

Entre las dos cogemos las cuerdas más gruesas del montón y las unimos con fuertes nudos.

Empiezo a escalar el árbol y Miranda me sigue, con más habilidad de la que esperaba.

Cuando nos encontramos encima del muro, ato la cuerda en un saliente y la dejo caer hacia bajo.

-Tú primera.

-¿Yo?

-Sí, venga. Deslízate por la cuerda, yo controlo que no se suelte.

No muy convencida Miranda se coge a la cuerda y entrelaza la piernas en ella. Poco a poco baja y al acabar da un salto, me mira y levanta el pulgar.

-Ahora yo - digo para mí misma.

Hago lo mismo que Miranda y empiezo a bajar. Cuando voy por la mitad un nudo se empieza a deshacer.

-Mierda.

Bajo tan rápido como puedo lo que queda y cuando estoy a punto de saltar hacia el suelo la cuerda se rompe y caigo de culo como un peso muerto.

-Aiixx - me quejo frotándome el trasero.

-¿Estás bien Janet? - se acerca a preguntarme.

-Me espero un buen moratón. Ahora salgamos de aquí corriendo, no debe faltar mucho para que se despierten.

La verdad es que se darán cuenta de nuestra huida en seguida: hemos robado ropa, comida y dinero; hemos dejado nuestros camisones en un rincón de un pasadizo; una ventana abierta y una cuerda colgando de un muro. Tenemos que mejorar nuestras tácticas de huida.

Cojo el trozo de cuerda que se ha soltado y lo meto en el saco, no se sabe cuándo algo va a ser útil.

Damos un rodeo por el bosque hasta coger el camino más adelante, cuando el castillo ya no queda a la vista.

-¿Hacia dónde vamos?

-Aun no lo he pensado... - digo - pero deberíamos salir de esta comarca, seguramente no piensen que vamos tan lejos.

-Nunca he salido de la comarca de Cotania.

-Yo tampoco... pero creo que andando tres días hacia el norte llegaremos a la comarca de Raua.

-¿Tres días? ¿Andando?

No le contesto, no puedo animarla. Cuando amanece, instintivamente aceleramos el paso: ya deben de saber de nuestra huida.

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