Caminos

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Nos encontramos todos en nuestra habitación de la posada. Miranda y yo estamos sentadas en su cama, mirando a Yark, que está sentado en la mía.

-Esto... Dinos... dinos como llegaste a aquí, a esta situación - empieza Miranda.

-Veréis, yo soy de la comarca de Raua, de la parte noreste. Soy hijo de pastor, mi vida se dedicaba a sacar las ovejas por las mañanas y de asegúrame que volvían todas.

》Un día, los monjes del monasterio de mi pueblo nos pidieron que les visitáramos para un encargo. Mi padre estaba enfermo, así que en su lugar fui yo.

》Una vez allí, me hicieron esperar mucho, por lo que fui a la biblioteca mientras andaba por allí. Cogí un libro, uno de leyendas de Yuka. Hablaba de la leyenda de Ópalo. ¿La conocéis?

-Sí - digo.

-Entonces ya sabéis un poco de que va esto.

-Sí, bueno solo conocemos lo que narra el cuento, nada más.

-Bueno - prosigue Yark - luego me llamaron para el encargo, venderles 7 ovejas para la semana que viene. Acepté el trato y volví a casa con la noticia. Durante esa semana, prácticamente me olvide de la leyenda, hasta que volvimos al monasterio.

》Cuando llegamos allí, nos mandaron al sótano a dejar las ovejas. Mi padre subió inmediatamente, pero yo me quede husmeando. Entonces vi una caja de madera que me llamo la atención.

》Me acerqué a ella y la abrí. Dentro encontré esto.

Para su relato, y empieza a sacarse sus collares ajustados de hueso, madera y piedras, para mostrar debajo un colgante hecho de cuero negro con un rubí rojo en forma de lágrima en el centro.

》Cuando lo cogí empezó a brillar y cuando me lo puse, dejó de hacerlo, pero se apretó de tal forma que no me lo puedo quitar.

》Después de eso huí con Dirah, y he estado siguiendo mi brújula desde entonces.

Miranda y yo nos miramos. Muchas cosas de su relato se parecen a lo que nos pasó a nosotras.

-¿Desde cuándo eres el portador del fuego? - pregunta Miranda.

-Encontré el collar hará unas dos semanas.

-Entonces es imposible que tu brújula marcara nuestra posición desde el principio, nosotras solo hace dos días que la encontramos - razona Miranda.

-Entonces... seguramente marcaría directamente la joya.

-Tiene lógica.

-Además - sigo yo - tu decías que tu brújula era de color azul, mientras que la mía era roja. Supongo que a ti te marcaba azul porque yo soy agua, y la mi roja porque tú eres fuego.

-Entonces si ahora es blanca es que marca a... ¿la luz o el aire? - se pregunta Yark.

-No lo sé, pero la brújula cambio en cuanto os tocasteis, entonces hasta que no toques a quien marca tu brújula no dejara de marcarlo - dice Miranda.

-Ohg - me froto la cabeza - ya hablaremos mañana, estoy muy cansada.

- Y yo - suelta Miranda tumbándose en su cama.

Yark se levanta de la mía y se tumba en el suelo de madera. Al verlo me siento un poco mal. Sin decirle nada le lanzo mi cojín para que duerma con él y me giro y me tapo antes de que pueda replicar.

***

Por la mañana nos levantamos temprano y pagamos al señor del establecimiento.

-Hoy nos espera un día largo - dice Yark estirándose.

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