NUEVA INTEGRANTE

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—¿Creen que de verdad deba llamarla? —preguntó mi confundido y nervioso amigo

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—¿Creen que de verdad deba llamarla? —preguntó mi confundido y nervioso amigo.

—Claro, ¿por qué no? —le pregunté—. Solo saldrán como amigos, ¿no?

—Sí... creo que aún es muy pronto para salir como algo más —respondió Mateo—. Lo que no sé es si ir al cine o al parque.

—Al cine, no —le dijo Alonso.

—¿Por qué no? —cuestionó Mateo.

—Los que van al cine son los enamorados o los que pretenden serlo —respondió el moreno.

—¿Saben? Siempre me he preguntado algo... —los dos me miraron con atención—. ¿Por qué siempre van al cine? Es decir, es el peor lugar para ir a conversar. Las dos personas se la pasan observando la pantalla y ni se miran.

—¿Si sabes que no todos van a ver la película, verdad? —habló Alonso.

—¿Entonces a qué van? —pregunté ingenuo.

—A hacer cositas —Mateo me respondió, abriendo bien los ojos. Con eso entendí todo. Se quedó pensando un momento—. Sí, mejor no vamos al cine.

—Espera, espera... —yo seguía tratando de procesar la información—. ¿Me están diciendo que no ven la película?

—Sí, bueno, algunos —Alonso encogió los hombros mientras ojeaba un cómic de Spiderman que tenía Mateo en su cuarto. Sí, estábamos los tres en su habitación.

—Rayos... mi hermana me dijo que iría al cine con un chico —respondí con la mirada perdida.

—¿Gianella? —preguntó Mateo extrañado—. ¿Gianella saldrá con un chico al cine?

—No, baboso —le tiré una de sus almohadas en la cara, a lo que él se quejó—. Mi hermana mayor, Gina —Alonso se comenzó a carcajear.

—¿Cómo rayos Gianella saldría con un chico si solo tiene 10 años? —decía entre risas.

—¡Exacto! —exclamé—. Por eso le dije baboso —Mateo me miró fastidiado—.  En fin, ¿entonces a dónde irán Liz y tú?  

—Al parque, supongo —respondió Mateo—. Escucha, el plan es este: la llamaré, le diré que quiero salir con ella en plan de amigos y... le diré a dónde podríamos ir —sonrió.

—Sí, me parece bien —respondió Alonso convencido.

—Bien, ¿a qué hora piensas llamarla? —pregunté.

—Pues... supongo que dentro de una hora —respondió relajado. Hasta que sonó su celular— ¡Oh, por los santos mangos! ¡Es Liz! —chilló emocionado.

—¡Contéstale! —le gritamos Alonso y yo al mismo tiempo.

—Pero... ¿q-qué le digo? ¡Se me acaba de olvidar todo! —se desesperó.

AVENTURAS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora