25. "Detrás de ti"

76 34 10
                                    

Me he quedado dormida en los asientos del hospital sin darme cuenta. Las emociones me han agotado por completo.

-¿Disculpe jovencita está esperando a alguien?-se acerca y me pregunta una enfermera muy joven y agradable de pelo negro lacio.

-Si, a mi mamá que está en esa habitación.-le señalo.

-¿Oh, la señorita Emma?-se sorprende y me mira con compasión.-Tu debes ser su hija, siempre nos habla de ti.

-¿Si?, ¿Y que decía?-pregunto curiosa.

-Pues que eres muy talentosa, y que estaba muy orgullosa de ti.-se sienta a mi lado.-si deseas te puedo acompañar un rato.

-No te preocupes, yo estoy bien, además estás en tu jornada de trabajo.-menciono amablemente-Gracias por lo que me has contado.

-Esta bien, fue un placer hablar contigo, aveces es tedioso ser enfermera en un hospital tan grande y hablar con alguien me disminuye el estrés, si necesitas algo puedes contar conmigo.-se levanta del asiento y se retira con una sonrisa.

-Gracias-digo con gratitud.

Mis ojos se encuentran hinchados e irritados, desconozco el tiempo que me quedé dormida en estos asientos de metal.

Madre mía, la inscripción.

Me elevo de los asientos y corro hacia los otros pasillos agitada y sin detenerme, repentinamente me tropiezo con un médico de bata blanca muy impecable, un señor de aproximadamente 40 años.

-¡Perdon!-exclamo con vergüenza.

-No te preocupes jovencita, perdóneme usted.-se disculpa.

-eh, ¿le puedo consultar la hora?-pregunto agitada.

-Si, 4:30.-ve la hora de su reloj de mano.

-¡Gracias!-agradezco y prosigo con mi camino como si tuviera ganas de hacer del dos.

Salgo del hospital con la esperanza de ver a Kenny, al llegar al estacionamiento miro a mi alrededor y si, allí está, recostado en el asiento del conductor, al momento de verme desde su ventana, sale del auto y me abre la puerta del copiloto. Me adentro a la camioneta y me cierra la puerta con cuidado.

-¿Como está tu madre?-me pregunta Kenny con expresión triste ya dentro del carro.

-Mas o menos, está en el quirófano-digo sin esperanzas.-Necesito un enorme favor.

-Lo que sea, pídeme-dice mientras enciende la camioneta.

-Me urge ir a la universidad de artes, debo hacer algo muy importante.-le suplico.

-Vamos a ello.-acepta y se pone en marcha.

Se que no es el momento, mucho menos el día para hacer algo tan importante y esperado de toda mi vida, pero no debo perder, este día trágico e inesperado me ha roto en mil pedazos el alma, por lo tanto no se vale desmayar, fracasaría aún más si pierdo la oportunidad de mis sueños.

La muerte se tomó la tarea de llevarse a mis padres, lo vi, con su escalofriante túnica, y su guadaña en la carretera. Siento que debí evitarlo, mi orgullo hizo llevar a cabo toda esta catástrofe, hay algo más poderoso que yo detrás de todo esto, han estado ocurriendo cosas inusuales que no logro entender. Hubiese preferido un millón de veces morir en el accidente a seguir con esta pesadilla sin control.

Rápidamente hemos llegado a la universidad, kenny se estaciona cerca y apaga el motor. En menos de dos segundos ya me encontraba volando hacia la puerta enorme.

Entro velozmente y me detengo en la recepción dónde se posiciona el mismo señor con muchas canas que me atendió aquel día de mi adución.

-Buenas tardes-saludo con falta de aire.

-Que tal Señorita Dardmon, su impuntualidad es costumbre, ¿no?-menciona en broma.

-Perdon, es que-mis ojos se llenan de lágrimas.

-¿Se encuentra usted bien señorita?-pregunta con preocupación.

-Si, no pasa nada-confirmo con un nudo en la garganta y limpiandome una pequeña lágrima que se ha escapado.

-Llorar es bueno, nos purifica el alma señorita.-comenta mientras busca unos papeles en la gaveta-Ademas, debería de estar usted contenta por este maravilloso día-me entrega una planilla y un bolígrafo-Debe llenarlo con sus datos.

-Eh, si-prosigo a llenarla con torpeza y manos temblorosas.

Nombre del padre _______

Imágenes del accidente ocurrido hace unas horas transcurren por mi cabeza, con la escasa fuerza que me queda coloco el nombre de mi papá en la planilla.

-Mama, papá, ¡he pasado la audición!-corro hacia ellos y los abrazo-Me dijeron que debía ir a las 4 para llevar a cabo mi inscripción.

-Sabia que lo lograrías mi vida-pronuncia mi madre con orgullo-Y por supuesto que iremos contigo a la inscripción.

-Esa es mi niña, serás grande, en eso no hay duda.-dice mi padre muy feliz y lágrimas brotan de sus ojos azules.

Como desearía más que cualquier cosa que estuvieran aquí, pero las cosas aveces no salen como una las quiere.

Al finalizar de llenar mis datos, le entrego la hoja que marcará mi futuro al señor al frente de mi.

-¿Muy bien, trajo sus documentos?-pregunta serio.

-¿Cuales documentos?-abro mis ojos como si fueran a salirse.

-Solo bromeó, bienvenida-rie-le estaremos informando a su número de teléfono el inicio de clases.

-Gracias ¿señor?-me quedo colgada por no saber su nombre.

-Carson-contesta inmediatamente.-Que tenga una linda tarde señorita.-me desea.

-Igualmente señor Carson, muchas gracias-me retiro con una media sonrisa.

Misión cumplida.

Ya en la camioneta camino al hospital, me atrevo a confesarle bajo mi propio riesgo el hombre misterioso que vi en la carretera.

-Oye, antes del accidente, un hombre con una túnica negra se apareció en la via-comento, pero Kenny reacciona de una manera extraña.

-Hay personas que ven a la muerte antes de que sean llevadas por el.-dice fríamente.

-¿Y si lo vi, por qué no me llevó a mi?-interrogo para mis adentros intentando descrifrar toda esta gresca.

-Quien sabes, quizás se enamoró de tu alma-opina concentrado en el volante.

-Oye no es momento para chistes.-volteo mis ojos.

-Lo siento-rie con disimulo.

-La vida es muy injus...-De forma súbita unas manos pálidas, venosas y mugrientas con las uñas largas, aparecen repentinamente detrás de mi cuello y me ahorcan abruptamente. Kenny al darse cuenta, detiene el auto con brusquedad.

-¡Maldita sea!-se lanza encima de mí para intentar desprender las manos que me quieren llevar al otro mundo.

Mis párpados se contrajeron violentamente; además el cierre de las vías respiratorias es tan hermético que me resulta imposible respirar. Se que Kenny estaba desesperado y gritando para salvarme, pero los oídos me silbaban, y no lograba entender nada de lo que decía. Sentía que paulatinamente, me desvanecía.

Sus manos gélidas, me quemaban, ya no podía más.

...






Caprichos Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora