28. Ataud.

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3:00 am.

La fulgurante luz del sol está a unas pocas horas de salir a brillar a su manera como lo hace todos los días, pero hoy no, hoy será otro día grisáceo en Saint Albert. La lluvia, ni la nieve han dejado de estar presente en todos estos días. Dormir se me ha hecho unas de las tareas más difíciles durante estos dos días. A mí lado se encuentra Valentina cubierta con la sábana hasta sus hombros, dándome la espalda. Yo solo estoy sentada en la cama, con la luz de su habitación apagada, deseando que todo esto acabe de una vez por todas.

Mi madre aún se encuentra en estado de coma, según los médicos, ella ha sido una mujer fuerte y resistente. Cuando despierte, podrá llevar a cabo una vida plena y normal. No he dejado de pensar en ella, ni en Kenny, o en papá Dániel en su nuevo hogar.

Kenny no se ha querido separar de mi desde que mi vida corrió peligro. Le incomoda estar dentro de la casa de Valentina, así que está durmiendo en su camioneta que se encuentra estacionada al frente.

No sé cuánto tiempo ya llevo despierta, pero la claridad se ha asomado por la ventana empañada y  cubierta de pequeñas gotas de agua. Salgo silenciosamente de la cama con los pies descalzos, y me dirijo hacia la ventana, deslizo hacia un lado la cortina gruesa y de color lila para ver el exterior. No hay nada más que lluvia espesa y neblina, soy amante de los días lluviosos, pero con el dolor y la tristeza inexplicable que me invade, incluyendo este clima, está escena de mi vida que se está filmando ahora mismo, se ha convertido en un gran espectáculo. Ahí está, mi chico misterioso con los vidrios del auto empañado, soportando el frió y la tempestad solo para no dejarme sola.

—¿Meli, que hora es?—manifiesta Valentina con voz ronca, frotándose los ojos. Al igual que yo, tiene unas enormes ojeras y los ojos irritados.

—Deben ser alrededor de las 6—respondo desde la ventana.

—El resto de tus familiares vienen en camino para el funeral—me informa con un aire se tristeza en su tono de voz.—A las 8 nos arreglamos para dirijirnos, mientras, yo seguiré durmiendo.

—Esta bien.—respondo fríamente.

Me entran un impulso involuntario y salgo corriendo de la habitación como si alguien me estuviera empujando con una fuerza sobrenatural, bajo las escaleras descalza sintiendo el ardor en mis pies por el gélido suelo. Tengo rota el alma, ya he perdido el verdadero sentido de la vida.

Sin pensar, hago caso omiso a la serena lluvia y salgo disparada a la camioneta de Kenny, su expresión al verme cambia repentinamente y solo me abraza sin importar que estoy empapada. Sollozo terriblemente, tanto, que ahogo con mis propios fluidos nasales, no me queda otra opción que soltar todo el sufrimiento que habita dentro de mí, el vacío que me ha dejado la partida de mi papá, y la tempestad que mi madre está pasando en estos momentos, es increíble cómo la vida puede acabar en tan solo un segundo.

Las lágrimas de Kenny se derraman encima de mi.

—Perdoname Melissa—su voz se quiebra mientras sus labios no paran de temblar.

Permanezco en silencio recostada en sus piernas ignorando el por qué Kenny se disculpa conmigo, como si el fuera el principal culpable de mi desgracia. Me acaricia el rostro con suavidad y ternura. A unos pocos minutos cierro mis ojos y después de mucho tiempo, logro dormir. Se ha convertido en mi paz, mi luz y mi consuelo. Es un verdadero angel, aunque todos no lo vean así, para mi, es mucho más que eso.

...

Vestimentas oscuras, olor a tierra mojada, pequeñas gotas de agua descendiendo del opaco cielo, rostros hundidos en la tristeza. Lirios, azucenas, y claveles en las manos de cada una de las personas que caminan lentamente junto con sus paraguas.

Encima de mi no llevo más que el vacío, y el dolor. Valentina está a mi lado tomándome la mano y apretandome fuertemente como si nunca me fuera a soltar. Kenny está asilado de todos, pero puedo verlo desde la distancia, no deja de mirar el suelo bajo de aquel enorme árbol sin ramas, Lleva puesta la capucha de su suéter negro, cubriéndose de la lluvia, mantiene una expresión fría en su rostro, lo puedo ver desde la distancia.

He estado tan absorta en esta situación que me acabo de percatar que estoy en el mismo cementerio de aquella vez que me perdí.

Juliette Leaven

1910-2000

Me estremezco al leer por segunda vez la tumba, y me vienen recuerdos de la niña, tantos que la llamo con mis pensamientos, comienzo a escuchar risas infantiles provenientes del más allá y de un momento a otro se dejan de oír.

Samantha Leaven

Veo una lápida con un oso de peluche y una pequeña rosa roja artificial a su costado, parece pertenecer a alguien de muy corta edad, una niña, que lleva el mismo apellido que Kenny.

¿Su difunta hermana?

¿Y la lápida de la Sra Juliette que también lleva el mismo apellido?

Me atacan un sinfín de dudas y misterios sin resolver respecto a Kenny, el nunca me habla de su familia, de hecho, nunca me habla de su vida. Creo que debo descifrarlo por misma, se que el no hará. Quizás me este equivocando y estoy creando una película en mi mente. Pero necesito saber cómo murió su hermana.

—Melissa, debemos seguir avanzando—me habla Valentina sacándome de mis pensamientos.

Hemos llegado al hoyo donde vivirá el cuerpo de mi papá hasta el fin de los tiempos, tomo un profundo respiro, los encargados de llevar el ataúd proceden a bajar paulatinamenre la maldita caja hacia el hueco lleno de tierra. Las flores comienzan a caer mientras bajan el ataúd elegante de Papá Dániel, lo único que dejo caer son mis lágrimas silenciosamente, caigo de rodillas, encorvo ligeramente mi espalda y me cubro el rostro fuertemente con mis manos.

—¿Dios, por qué te lo haz llevado?—hablo para mis adentro entre lágrimas y muevo mi cabeza de un lado al otro negando esta realidad.

Golpeo el suelo bruscamente con mi puño, levanto mi mirada, y veo corretear del otro lado de hoyo a la niña con un osito de peluche.

Mierda.

No, no me puedo aquí, debo huir.

Me levanto del suelo rápidamente y comienzo a ver a todos lados en busca de algo que esté fuera de lugar. Todos me ven con una mirada desconcertante, pero ignoro absolutamente todo.

La muerte está cerca, otra vez...

—No te muevas ni un centimetro—le doy la orden a Valentina quien está a mi lado sin entender que sucede.


















Caprichos Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora