En el bosque

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Capítulo 3:

De manera indirecta y sin querer, mi padre nos preparó para un acontecimiento como el que vivimos. Estamos familiarizadas con el bosque gracias a él. 

Recuerdo que cuando nos mudamos a esa casa, él estuvo muy feliz. Amaba la naturaleza de una forma inimaginable y, siempre pedía que nosotros sintiéramos ese mismo amor.

Algo totalmente imposible.

Para dos adolescentes en la edad de hacer otras cosas más divertidas era un suplicio, pero papá siempre nos obligaba a mi hermana y a mí a recorrer cada fin de semana una parte diferente del bosque. Principalmente siempre que quisiéramos nos fuera otorgado el permiso para salir a algún lado, por ello no podíamos negarnos al recorrido.

En algunas ocasiones Peter nos acompañaba a pesar de que él aún era muy pequeño. A diferencia de Dakota y mía, él si disfrutaba del paseo, había heredado ese mismo amor que papá sentía por los árboles y todo aquello que los rodea. 

En aquellos tiempos veía todas esas caminatas como un castigo sin motivo o razón, pero ahora son diferentes, representan una enseñanza de vida, en estos momentos nos brinda más posibilidades de sobrevivir.

Unas horas después de nuestro escape (hasta el momento exitoso) seguimos corriendo dentro del bosque, dirigiéndonos al poblado más cercano que según mis cálculos (los cuales no son tan buenos) está a unas tres horas de aquel que fue nuestro hogar. 

Después de nuestro abrazo en el bosque no hemos hablado más del tema de Amber.

Ahora sé que ella tiene nombre, uno que a pesar de no sonar tan malo significa caos, desgracia y destrucción.

Para nuestra suerte y después de unos minutos huyendo, a lo lejos, miro la cúpula de una iglesia, conforme nos vamos acercando el pequeño pueblo va tomando forma, mi corazón se hincha de alegría, ya que ahí vamos a pedir ayuda. Tengo la confianza de que no estaremos tan solas y desamparadas. Lo raro es, que al igual que mi vecindario, el lugar se ve completamente vacío. 

La carretera está solitaria sin una pizca de vida. Igual  el lugar no es tan grande más bien es pequeño solo tiene unas ocho casas, todas del mismo modelo, una pequeña iglesia y un bar. El bien y el mal plasmados en los últimos lugares que irónicamente se encuentran juntos. Lo único que los hace iguales es que todos a simple vista están completamente desérticos.

Mi hermana también se percata del lugar, me mira con mucha alegría en los ojos, igual que yo sabe que encontramos un buen techo para pasar la noche, quizás con un poco de suerte, podamos encontrar una buena persona que nos ofrezca un plato de comida.

Tocó su hombro para hablarle lo más bajo que puedo, aunque al parecer estamos seguras, no podemos confiarnos del todo.

—Dakota tenemos que buscar algún  alimento que nos genere energía antes de que caiga la tarde, ya llevamos mucho tiempo corriendo sin siquiera poder tomar agua. Veremos si alguien nos puede ofrecer ayuda. También necesitamos buscar un lugar seguro donde podamos dormir y cubrirnos del frío de la noche.

—No importa lo que pasemos hermana, estamos juntas y todo será más fácil —su optimismo me quiebra el alma y al mismo tiempo me da fuerzas. Pero ella es así, la chica más positiva de este mundo y lo mejor de todo, sigue a mi lado—. Si tú crees que ir es seguro, vamos, pero yo dudo que alguien nos pueda ayudar en caso de que Amber nos encuentre. Incluso aquellos que nos ayuden correrán el mismo peligro que nosotras.

—Quizás tengas razón, pero necesitamos tener fuerzas para seguir adelante. Vamos, no la veo desde hace mucho tiempo, es muy probable que esté perdida en el bosque. Tenemos que seguir moviéndonos, como dices no podemos quedarnos por mucho tiempo, solo buscaremos comida. Tienes razón cuando dices que podemos poner en peligro a las demás personas. Ya veremos dónde dormir creo que eso es lo de menos.

180ºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora