Zwei.

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Michael se había extrañado demasiado, en parte entendía que no era su asunto lo que la chica se estuviese haciendo en la piel, pero le causaba cierta preocupación el hecho de que ella ni siquiera hacía un gesto de dolor ante las picaduras y pellizcos que se había proporcionado.

Al término de la clase, los alumnos tenían que cambiar de salón, Michael tomó sus cosas como un rayo, o por lo menos así lo sintió tel, giró sobre sus talones pero aquella chica ya no estaba, torció los labios. Si caminaba a prisa podría alcanzarla, empujó a los chicos que estorbaban en la entrada/salida del salón.

Aquella melena castaña se agitaba a unos metros frente de Mike, el rubio sonrió y trotó torpemente hasta ella.

Hey. susurró llegando a lado de la chica, ella sólo lo miró de reojo y saludo con un simple movimiento de cabeza. —¿Estás bien?

Claro. sonrió con hipocresía.

¿Segura? Yo... Ví... Que... ...

No fue nada, ¿Si? Tal vez y viste mal. —ella se encogió de hombros

No, yo ví perfectamente que te estabas picando con unos alfileres y luego te pellizcabas en donde te habías picado.

Y si lo hice, ¿Qué? Mis problemas no son de tu incumbencia. escupió (no literalmente) ajustó su mochila al hombro y corrió dejando a Michael con una punzada de preocupación en el pecho.

Algomanía (Michael Clifford)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora