𝐈 𝐍𝐄𝐄𝐃 𝐔 ━ nosaka yuuma ¡Editando!

V

SOMOS POLVO DE ESTRELLA, EN UN MUNDO REPLETO DE LUCES ARTIFICIALES.

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Confesiones e Incendios

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CAPÍTULO 5.

—Y ES QUE SER UNA PERSONA VERDADERAMENTE RIDÍCULA ya es una religión.

O así ve simplemente Heléne a la gente.

—¡Pero ya le dije que pagué! ¡Pasó dos veces! Por lo tanto debe darme otra cosa más.

—Pero..

—¿Le enseño el mensaje de mi teléfono? ¿Para que se de cuenta que me cobró dos veces? —preguntó la chica normal, pero por dentro quería estrellar la cabeza de la señora contra la computadora que se encontraba a un lado de ella, la cual era utilizada para saber los precios.

La señora sin rechistar tuvo que darle otra compra extra a la chica, es que ya estaba acostumbrada a pasar por cosas similares, en donde la cajera pasaba una vez la tarjeta, decía que la señal se había ido y luego volvían a pasarla, ya comprobado que paso, mienten diciendo que es por la red del aparato para pasar más dinero.

Agradecía al cielo en el momento que se le ocurrió afiliar su teléfono con la tarjeta, por si acaso hacían una compra sospechosa a ella le llegará el mensaje.

—Gracias. —sonrió como ella sabía hacerlo, y le agrado ver la cara de la señora un tanto avergonzada por lo que había hecho.

Cuando se iba podía escuchar a gente diciendo que eran así todo el tiempo, que querían robarlos, y hasta una señora pasó por el lado de ella diciendo: —Ay hija, menos mal tenías el teléfono, porque si no de allí te roban.. Esos idiotas, siempre quieren robar a uno.

Ella solo asintió levemente marchándose poco a poco de allí, y es que era verdad. Nadie tenía vida color de rosas, algunos estaban obsesionados con el dinero y otros solo disfrutaban con lo poco que tenían y ya eran felices.

Pero en estos tiempos era todo lo contrario.

La gente quería todo en abundancias.

—Rayos, no traje los guantes. —Caminaba lentamente por las calles de Francia y sin guantes, y con ese frío horrible que hacía sentía sus manos entumecidas.

—¿La ayudo? —cuando escuchó esa voz no pudo evitar formar una mueca, pero no se podía negar, esa persona estaba dispuesto a ayudarle y no debía desaprovechar esa oportunidad.

—Gracias.

Y sí, estaba infinitamente agradecida por eso.

—A veces me da la sensación de que eres interesada.

—¿Porque?

—Porque cuando intento hablarte no sabes nisiquiera de mi existencia, pero cuando se trata de ayuda si me hablas.

Rectificar lo último que había pensado, la verdad es que ahora no estaba agradecida.