𝐈 𝐍𝐄𝐄𝐃 𝐔 ━ nosaka yuuma ¡Editando!

IX

EL PROBLEMA NO ES TU PRESENCIA EN MIS SUEÑOS... SI NO TU AUSENCIA EN MI REALIDAD. 

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Un cambio equivalente

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CAPÍTULO 9.

—¡NISHIKAGE! —ESCUCHÓ UNA VOZ A LO LEJOS EL RECIÉN NOMBRADO.

Qué por petición a su llamado giro sobre sus talones para ver a una chica morena corriendo en su dirección.

—¿Bettany-san? —se preguntó cuando ya ella hubo llegado hasta él.

—¿San? ¿Que es San? —preguntó ladeando la cabeza hacia un lado.

Entró en razón cuando comprendió que seguramente ella no conocía nada de su ciudad natal. ¡Seguramente no! ¡La verdad es que los parisinos no sabían nada de eso!

—¿Qué hace aquí? —cambio de pregunta a la chica, quien no pareció darse cuenta de eso.

—Oh, bueno.. es que Yuuma me pidió que lo acompañará, ya que usted iba a ir a buscar el árbol de navidad. ¿No? —este asintió. Ella sonrió. — Te acompañaré.

Ahora este la miró confundida.

—No tienes porque hacerlo.

—¡Quiero ir! ¡Y no aceptaré un no por respuesta!—y dada por terminada esa conversación Nishikage fue jalado por ella por las repletas calles llena de gente.

Mientras él hacía una mueca incómodo.

No es que Bettany fuera una mala persona, si no que su comportamiento es muy extrovertido. Y eso era algo que a Nishikage poco le agradaba, además, no estaba acostumbrado a tener mucho contacto físico con la gente.

Pero así iba su tarde con aquella chica morena.

—Yuuma me ha dicho cosas muy buenas de ti. —sonrió la chica mientras aún mantenía enganchado su brazo con el de cabellos color crema. Quien solo hizo un sonido que era todo oídos. —¿Te gusta la comida?

Y ahí pensó. ¿Qué tanto le había dicho Nosaka a ella sobre él?

Frunció el ceño al sentir como era jalado una vez más por la chica morena, y darse cuenta que está lo llamaba por su nombre y a él por su apellido. Iba a preguntarle, pero luego calló en cuenta de que.. uno; esa no era su ciudad, y dos; se llamaban por sus nombres, ah y tres; porque lo había interrumpido.

—¡Oh, mira! ¡Que bonitos adornos!

—Venimos por el árbol de navidad. —contestó seriamente. A lo que la chica hizo un puchero acercándose un poco a él. Este por inercia se alejó incómodo.

—¿Pero qué dices? ¡También tenemos que comprar adornos para Yuuma! —puso sus manos en su pecho. —Por favor Nishekagi!

—Es Nishikage.. —corrigió.

Ella se avergonzó: —¡Rayos! ¡Qué tonta! Lo siento tanto. —se disculpó cual niña apenada colocando sus manos al frente.