Él era negro.
Ella era de todos los colores.
Él está roto.
Ella quiere darle esperanza.
¿Podrá juntar sus piezas rotas y afiladas sin cortarse en el intento?
Trabajaba en Treble Clef sólo los fines de semana así que no había vuelto a verla, pero su nombre no dejó de resonar en mi cabeza desde que nos despedimos en el autobús.
Itzel.
Era casi tan bonito como ella.
Suspiré secando con la manga de mi camiseta la ligera capa de sudor que corría por mi frente mientras seguía dando vueltas en la cancha, hoy era jueves y eso significaba que tenía clase de gimnasia.
El profesor no dejaba de gritar sentado en las gradas. Típico. Él daba órdenes y nos trataba como perros pero no movía un músculo y sospechaba que desde hace mucho, pues era casi tan gordo como Bob.
¡Muevan su jodido culo y armen dos equipos! —gritó el profesor levantándose y caminando al centro de la cancha.—
Bufé, eso sólo podía significar una cosa... Fútbol.
Mi cuerpo estaba en forma pero aborrecía la actividad física y detestaba aún más los deportes en grupo y con razones más que justificadas:
1- Los gritos de mujer con menopausia del profesor.
2- Siempre está el idiota que se cree deportista olímpico y no deja de tratarte mal sino te salen las cosas.
3- El profesor gritando.
4- Los que juegan bien siempre están juntos por lo que no le dan oportunidad al equipo rival.
5- Los gritos del profesor.
6- Terminaba cansado, sudado y a veces con tierra. Simplemente asqueroso.
Caminé hacia el grupo de los inadaptados y los saludé con la mano. Estábamos acostumbrados a perder pero aún así íbamos a intentarlo, no estaba en mis planes reprobar una materia como gimnasia.
Observé como el chico que habíamos designado como capitán se acercaba a donde estaba el profesor para saber qué equipo comenzaba primero.
Por supuesto, fue el contrario.
Corrí, tropecé con mis propios pies, hice unos cuantos pases y hasta intenté darle al arco. El arquero atajó.
Maldije en voz baja cuando noté que el equipo contrario se acercaba a nuestro arco y corrí lo más rápido que pude en un vano intento de actuar como defensa.
Entonces pasó...
A unos metros de distancia estaba Itzel caminando a la par de otra chica. No pude evitar sonreír al verla.
Ella tenía que aprender como vestirse, porque llevaba una mezcla de colores encima que no combinaban ni un poco pero aún así lo que llevaba le quedaba bien o quizás yo la veía hermosa sin importar su atuendo.
¡CARAJO, HAIM, REACCIONA! —escuché que gritaron pero ya era demasiado tarde, la pelota ya había golpeado en mis bolas. Jadeé cayendo de rodillas mientras apretaba mis ojos con fuerza. Dolía como el infierno.—
Respiré de forma agitada y abrí mis ojos lentamente. Mis compañeros me miraban con lástima, los rivales y el profesor con gracia e Itzel preocupada. Negué avergonzado, acababa de hacer el ridículo delante de ella.
Hijo ve a sentarte o si duele mucho puedes ir a la enfermería. —gritó el profesor y quise decirle que era un pésimo maestro por ni siquiera acercarse a ver cómo estaba, lo odiaba.—
Me levanté con ayuda de mis compañeros y caminé como pingüino hasta las gradas. Realmente quería llorar pero me contuve, no pensaba arruinar más mi imágen aunque ya imaginaba que mi popularidad entre el público femenino se había encogido.
Me senté sabiendo que pronto todo el mundo se enteraría y sería el hazmerreír de la escuela por las próximas semanas.
Escondí mí cara entre mis manos rogando que la hora terminara de una jodida vez para poder encerrarme en mi cuarto.
Eso debe doler, ¿No? —no hizo falta que levantara la vista para reconocerla, sabía que era ella.— Si te sirve de consuelo una vez me pasó algo similar. Estábamos jugando al voley cuando de repente la pelota se estrelló contra mi pecho... Creo que por eso mis senos son tan pequeños, esa chica me los desapareció.
La miré, ella estaba loca pero había logrado hacerme reír.
Supongo que comprendo tu dolor... Ese bastardo acaba de dejarme sin descendencia. —lo señalé y cuando noté que me miraba le saqué el dedo del medio.—
Así que Haim, ¿Por qué no me cuentas un poquito de ti? —preguntó mirándome y sonreí, mi mal humor desapareciendo de repente.—
Pues... Verás, no suelo hablar de mi. Aún no somos amigos y no me gusta ir ventilando mi vida por ahí. —clavé mis ojos en los suyos analizando su expresión, sí, yo quería conocerla pero no quería que ella lo hiciera conmigo.—
¿Por qué? Fácil. No quería arrastrarla a mi mierda y además no quería que conociera al Haim vulnerable, no quería que ella me hiciera daño. No quería que me rompiera el corazón.
Escuché que suspiró y picó mi mejilla un poco molesta.
Bueno. Tienes razón, no somos amigos, pero podemos serlo. Te explico, para formar una amistad es necesario conocer al otro, saber más que sólo el nombre y yo sólo sé eso de ti, además de que tienes una rara obsesión con el color negro. —asintió ante lo último que dijo y me sacó la lengua.—
Era infantil y lejos de parecerme algo ridículo, ese gesto me dió ternura.
Tengo amigos, Itzel. Sé cómo funciona la amistad. No soy un rarito. —respondí con una expresión burlona en el rostro.—
¿¡Entonces por qué no quieres ser mi amigo!? —preguntó exaltada llamando la atención de algunas personas.—
Vamos paso a paso. No pretendas que formaremos una amistad en un abrir y cerrar de ojos. Así no funciona. Aparte tú podrías ser una especie de psicópata con un pésimo gusto para la moda que quiere acostarse conmigo y aprovecharse de mis encantos. —hablé moviendo mis manos dramáticamente.—
Rió por lo que dije aunque noté que sus mejillas habían tomado color.
Apuesto que nosotros terminaremos siendo amigos. —me dijo mirándome fijamente a los ojos, azul contra azul, me tendió su mano, la tomé y me acerqué a ella.—
Ya lo veremos...
—————❦—————
Nuevo capítulo. Estoy de acuerdo con Haim... Las clases de gimnasia apestan y más si son en grupo. ¿Agregarían algo a su lista?, ¿Les pegaron un pelotazo? A mi sip, justo como a Itzel... Por eso ahora tengo limoncitos jajaja.
Les agradecería mucho si comentan y comparten. Eso me motiva y me alienta un montón. También si conocen a alguien y quieren recomendarle mi historia, sería super genial. Si tienen alguna crítica, también es bienvenida.
Quiero aclarar que Haim si quiere conocer a Itzel. Quiere saber de ella. Pero actúa así, frío, para protegerse... Tiene miedo a generar vínculos. Le da miedo que lo lastimen. Eso. Por cierto, Haim en multimedia.
En fin, muchas gracias por leerme. Vale un montón para mi.
Y miren... Quizás es una pavada pero me re emociona.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.