𝐓𝐄𝐃𝐒 | ❝ Vivirás por el resto de tu vida en amargura, y tú en ira. Serán condenados por toda una eternidad. ❞
Annabeth, más conocida como el lobo de la amargura y como la pareja del capitán Meliodas, se ha separado de sus compañeros los pecados...
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🥀: Peleas y más peleas. ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
📍CIUDAD DE VAIZEL, FESTIVAL DE PELEA
Eso ni Annabeth logró predecir.
Diane le había dado una patada en el tendón de aquiles, un lugar en el cual la fémina era muy suceptible. Además, no negaremos que un golpe en esa zona es sumamente doloroso.
Por un momento la demonio le iba a maldecir pero mejor se guardó toda grosería en su interior, ya que hace unos minutos haberle dado un golpe mucho más fuerte.
Cayó al duro suelo, bocabajo. Sintió el impacto del duro pavimento en su rostro, cerrando los ojos ante tal golpe. Tomó entre sus manos la zona afectada, sintiendo un ardor que hacía tiempo no sentía. Algo de adrenalina y emoción invadió su cuerpo, aunque el golpe le hizo quejarse aún más, pues, ¿Cómo iba a ganarle a esa grandulona? Era muy obvio que en fuerza física Diane le ganaba.
Pero no en su forma demoníaca.
Tal vez en el futuro se arrepentiría, pero ella juraba que todo estaría bajo control, ya que no llegaría a tal punto de estallar y lastimar a Diane y a la demás personas. No quería que alguien saliera dañado.
Ya todo estaba decidido en si mente, así que dio un largo suspiro y comenzó a consentrase en tener el control absoluto en su cuerpo. El dolor en su tendón había desaparecido de una manera muy rápida, pues era visible como la herida sanaba por medio de una masa oscura.
De poco en poco se fue levantando del suelo, impulzandose por medio de sus manos y piernas. Lentamente hacía esta acción mientras que de poco en poco se reincorporaba, dándole un toque terrorífico.
En medio de esa acción, sus ojos conectaron con sus compañeros y en Meliodas, los cuales, en estos momentos eran parte del público.
Rápidamente apartó la mirada en Meliodas.
━¿C-capitán? ¿Qué es eso en la frente de Annabeth?
De un ágil salto se reincorporó totalmente y a la vez se posicionó a unos pequeños centímetros del rostro de su mejor amiga. Dándole a entender que aún no se había rendido.
Su cabello se mecia al compás del aire, haciendo que su belleza se hiciera mucho más visible, además de que una sonrisa ladina apareció en sus finos labios.
El silencio y las miradas asombrada eran de esperarse.
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