Fragmento 8°

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13 de agosto de 2015

Dió un largo suspiro cansado mientras se recostaba contra uno de las farolas de aquel parque. Hacia frio, y el cielo estaba empezando a nublarse. Sacó un cigarro de su bolsillo y lo encendió. Contempló la avenida frente a ella, pocos autos transitaban a esas horas de la noche. Le dió una pitada a su cigarrillo.

El humo que soltó solo parecia reafirmar que el mundo la estaba quemando, la incineraba lentamente, con tanta crueldad que creia que acabaria enloqueciendo antes de que el fuego la consumiera por completo. Lo único que podia pensar, sentir y sufrir era Fryda, nada más. Solo Fryda llamandola por su nombre, solo ella riendo, simplemente ella diciendo "Seria dificil que alguien ocupará tu lugar" como una especie de conjuro en su cerebro. Su amiga le habia mentido, y lo habia hecho tan bien que siquiera podia odiarla. Lo habia hecho tan bien que todavia seguia amandola con cada parte de su ser.

—Pensé que ya no fumabas.

Fryda. Sabia que se trataba de ella, no necesito ni girar a mirarla.

—Pensé que teniamos la suficiente confianza como para que me hablaras de tu prometido—respondió ella en tono monocorde y le dió una calada a su cigarro. Habia escuchado a Fryda suspirar, más no giro a mirarla.

— ¿Me amas?

Lilei soltó un resoplido, hasta en esa situación Fryda no podia dejar de ser Fryda. Pero esa vez seria ella quien ignoraria sus preguntas.

— ¿Desde cuando se conocen?—Preguntó. Fryda chasqueó la lengua.

—Más de diez años, pero si lo que estas preguntando es hace cuanto que salimos la respuesta es tres meses.

Ante esa contestación Lilei volteo para mirarla. El cigarro se habia consumido en sus dedos. Fryda lucia como siempre, hermosa, casi mítica.

— ¿Tres meses?

La pregunta quedó suspendida allí entre ambas. Fryda se mordió el labio con fuerza.

—Te amo. —Le confesó con una mirada decidida.

Lilei abrio la boca completamente conmocionada, ¿estaba siendo correspondida? Fue demasiado. El llanto que habia estado conteniendo desde que habia encendido su cigarrillo fluyo de ella libremente.

— ¿Por que te vas a casar? —Interrogó apretando con fuerza los puños. Fryda la observaba silenciosa, tenía la mirada llorosa y fija en sus ojos.

—Porque me quiero ir.

Y ese susurró habia quemado aun más el corazón de Lilei.

— ¿Porqué no te quedas aca?—Casi suplicó.

Fryda le sonrió con condescendencia, extendio las manos y la sujeto de las muñecas. El tacto de Fryda no ardia como imginaba. No, el tacto de su amiga seguia siendo tan calido y suave como siempre. Pero, esa vez no la reconfortó.

—Somos unas cobardes. Vos, mis hermanas y yo. Todas somos unas cobardes. —Admitió Fryda con lágrimas ya corriendo libremente por su rostro.

— ¿¡Que tiene que ver esto con cobardia?! —Estalló Lilei y aferró a su amiga en un abrazo. Fryda lloró con más fuerza y se apretó más contra ella.

En ese momento comenzo a llover. No obstante, ninguna de las dos reparó en ello.

— ¡Te di el pie para que te confesaras de mil formas! ¡Pero no hiciste nada! ¡No hiciste nada para retenerme! ¡Y ahora él volvió y piensa cumplir con su promesa! —Le habia chillado Fryda entre sollozos, Lilei apenas la habia entendido. Solo habia olido el perfume de su cabello y dejado que la lluvia le empapase por completo, ¿durante cuanto tiempo habia silenciado algo que su alma le habia pedido a gritos? ¿Cuantas veces habria su amiga esperado alguna reacción de su parte?

—Vos tambien pudiste haberte confesado...

Sin embargo, aunque esas palabras hubiesen escapado de sus labios, ella sabía que Fryda tenía razón: Eran unas cobardes. Y por eso mismo terminarian incinerandose lentamente. Porque ninguna de las dos habia tenido el valor de decir lo que debia, en el momento que debia. Y a pesar de que sabia que la culpa de todo su sufrimiento se debia a la mujer entre sus brazos, no pudo culparla del todo. Ambas eran culpables, por intentar eludir lo evidente.

— ¿Te vas a ir igual verdad? Aunque te diga que te amo, aunque te prometa cualquier cosa, ¿te vas a ir no?

Fryda temblaba entre sus brazos. La lluvia estaba helada.

—Si.

Y Lilei sonrió con resignación.

— ¿Puedo pedirte una cosa?—murmuró.

—Si, podes.

— ¿Puedo dormir con vos?

¿Qué es un Lilei?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora