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Era oficial, sus peores temores confirmados. Abel estaba muerto.

Sintió una punzada de dolor en el pecho y de pronto las luces se le apagaron Cuando se le volvieron a encender estaba tumbada en el sofá y Sonia estaba a su lado.

—Ya está volviendo en sí.

La voz de su novia traía un incómodo grado de alarma y trató de calmarla, pero solo pudo balbucear algo sin sentido. ¿Qué sucedió?

No, es que todo era tan irreal. Acababa de regresar de unas dos semanas de trabajo intenso, solo para descubrir que Abel había sido secuestrado. Si Candelaria, la señora de la limpieza, no le hubiera informado que no encontró ropa sucia en el departamento de su amigo, jamás se hubiera dado por enterada. No le llamó la atención que Abel no se comunicara con ella, porque lo conocía bien. Ese orgulloso jamás daría su brazo a torcer por ser demasiado engreído para aceptar su error.

Si algo le llegaba a suceder, jamás se lo iba a perdonar.

—paradox, nos asustaste. Te desmayaste al ver a los detectives y...

—La policía está aquí...—

musitaba sintiéndose algo mareada.

—FBI.—

corrigió Sonia.

—Lo que sea... ¡Díganme que está vivo! —

sollozó tratando de reponerse.

—Mi compañero el detective Lumiett y yo estamos a cargo de la investigación. Necesitamos su ayuda, Sra. Evans. Necesitamos que salga en los medios a dar un comunicado para que el sospechoso sepa que la investigación continúa.

—¿Pero eso no es obvio?—

interrumpió cerrando los ojos para contrarrestar la jaqueca que le empezaba producto de la tensión

—Yo no voy a dejar de buscarlo.

—Precisamente es necesario que el secuestrador se sienta confiado que estamos llevando la investigación lejos de él.—

continuó el detective Lumiett.

—¿Entonces saben quién fue?

—Tenemos un sospechoso y es bastante peligroso.

—Eso lo sabemos. —

intervino Sonia y dejó ambos oficiales con la boca abierta.

—¿A qué se refiere?

No esperaban semejante revelación. A decir verdad, ellas tampoco lo imaginaron, al recibir la llamada de Julián. 

—Tenemos a alguien que les puede dar luces acerca de todo esto.—

continuó su novia y se puso de pie.

Sonia fue en busca de Misthy y Julián, quienes se refugiaron en la habitación de ambas. De ahí salieron ese par de fugitivos. Misthy venía adherida a Julián y este se detuvo en seco, tras apenas unos pasos.

Paradox pudo ver bien el recelo en los ojos ambarinos del chico. Tuvo ganas de levantarse y traerlos de los pelos. ¿Acaso no sabían qué era de vida o muerte su testimonio? Pero en seguida recordó el estado en que se encontraba Misthy, y se arrepintió de sentir tal impulso.

Los detectives se mostraron confundidos por la presencia de los chicos, pero se mantuvieron en un silencio expectante. Tendría que explicarles la situación, pero no sabía por donde empezar. Paradox cerró los ojos y el mareo se rehusaba a apartarse, lo cual la irrito aún más.

A pesar de que estaban en lo alto de un edificio, el sonido de las sirenas y de la horda de periodistas aún se dejaba escuchar. Afuera esperaban como buitres por algún trozo de información para las crónicas policiales.

La noche que cambio todo☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora