-entonces... Ellos tres son quienes han donado los espermas.-el médico miro a los tres alfas que estaban sumamente incómodos escondidos en un rincón de la habitación.
-¡Si!-
El especialista tomó uno de los frascos, lo analizo y asintió.-esto es mucho semen.-el alfa albino enrojeció ante las risas de sus amigos.-¿Cuál quiere que usemos primero? Recuerde que los dos restantes serán usados por si el primero falla. Lo cuál es casi imposible, ya que por su aroma, los tres son alfas.-
-usé el que usted crea más conveniente.-
El Omega tenía una bata azul, sin más ropa de por medio, el especialista observó a los alfas, y el que llamo su atención, fue el rubio.-te noto nervioso? ¿Todo bien?-
-s~si.-
-¿Cómo te llamas?-
-Jack Mendez.-
-Jack Mendez.-repitió mientras se colocaba los guantes de látex.-¿Desean quedarse y ser espectadores de la inseminación?-
Un escalofrío recorrió a los tres, el Omega les miro con una sonrisa.-si quieren salir háganlo.-
Y como si de eso dependieran, los tres salieron rápidamente de la habitación, dejando al Omega solo con el médico.
♪♪♪
Veinte minutos después, un aura de decepción rodeaba a los Alfas
-nos vimos como unos cobardes.-hablo el albino.
-somos basura.-aseguro el peliazul golpeando su frente con la pared.
-seguro nos odia.-lo que el rubio recordaba, era la mirada y sonrisa del castaño al verlos salir de la habitación.
La puerta se abrió y el castaño salió con su típica sonrisa.-muchas gracias, doctor Caín.-
-te espero en un mes.-
-¿Cómo te fue?-preguntarón en cuanto el especialista volvió a encerrarse en su consultorio.
-el líquido ya está en mi cuerpo, solo falta ver si hace efecto.-
-¿Cuál usaste?-preguntó el rubio señalandose a si mismo y los otros dos.
El Omega sonrió.-no pregunté.-
-idiota.-susurraron los tres al mismo tiempo.
-debo ir a casa. Gracias por venir.-
-espera, te llevamos nosotros.-
-gracias, pero estoy acostumbrado a viajar en metro. ¡Nos vemos!-el Omega salió corriendo dejando a su amigos, quería llegar a casa lo antes posible.
♪♪♪
Las luces de esa habitación estaban apagadas, ya habían pasado dos horas y el Omega seguía con los pies levantados y apoyados en la pared.
Su rostro no reflejaba emoción, aquella sonrisa que era tan característica de él, ahora no existía. Sus ojos no tenían brillo, y de ellos caían unas finas lágrimas de dolor.
Aún recordaba su pasado, uno en el que era feliz sin necesidad de fingir, sin tener que forzar la sonrisa o las carcajadas.
Podía recordar a sus padres dándole todo el amor del mundo, los momentos con ellos y con su abuelo, los días de fiesta y las comidas llenas de historias.
Aún recordaba ese horrible día de lluvia, en dónde el coche en el que viajaban perdió el control debido a la carretera en curva, a las fuertes gotas de lluvia que golpeaban los cristales, y al vapor que se había formado en las ventanillas.
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¡Solo Quería Un Bebé!
RomansaEstá la historia de un Omega que quiere embarazarse, hará de todo para poderlo conseguir, sin la necesidad de llegar a sufrir en el proceso.