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Sentía que el tiempo se detenía a mi alrededor. Entrando en un trance de cual no podría salir. Sumergido en un lago donde me ahogaría. Me detuve y miré todo lo que me rodeaba. Enfermeras yendo y viendo, a Namjoon histérico conversando con el doctor de Hoseok.

Todo se perdía.

Yo había fracasado.

Sentí como si fuera parte de una ilusión atrapado en un espejo, y ahora es cuando el cristal se rompe y me pierdo.

Todo se vuelve blanco, quizás he caído inconciente. Miles de imágenes, recuerdos, palabras y promesas vuelan por mi mente en un mismo instante.

Y yo me pierdo en cada una de ellas.

En mi primer día de escuela, cuando conocí a Taehyung.

En la vez que un chico problemático me tiró al suelo, Taehyung y Seokjin fueron a mi rescate.

Cuando conocimos a Yoongi en los baños, escapando de la clase de deporte.

La vez en la que Namjoon se burló de mis gafas y luego volvió a disculparse cuando Hoseok lo regañó.

Cuando comenzamos a correr en dirección a un pequeño pelinegro que huia de unos abusivos, todos juntos.

Hasta el final.

Tuve los recuerdos de las risas, de las promesas que nos hacíamos en aquel salón vacío del colegio, y aquellas tantas veces en las que nos metimos en problemas.

—A partir de hoy, nunca más volveremos a caminar solos. Somos un equipo.

—No, somos una familia.

Una familia, éramos una verdadera familia sin compartir sangre. Hermanos reunidos por un destino.

Un destino cruel que nos arrebataría todo en un segundo.

Escuché la música de unas campanas, era media noche y así la Navidad llego a Seúl. Una Navidad demaciado helada.

Pero llena de milagros.

Cuando volví a abrir los ojos, como si hubiera pasado mucho tiempo, me encontraba a lado de los chicos en la camioneta de Seokjin. Reían, y Yoongi veía hacia su celular.

Todo, como aquella noche.

Estaba aquí, otra vez.

—¡Seokjin!

Salté hacia el volante y lo giré antes de que el camión nos pasará por encima, salimos de la carretera y chocamos algunas piedras. Seguidamente impactamos contra un árbol.

—Mierda, ¿qué ha sido eso?

—¿¡Todos están bien!?

Seokjin giró a vernos a todos uno por uno, yo al ver sus ojos asustados sólo pude llorar. Porque estaba ahí, porque estábamos bien.

—Pediré ayuda con mi teléfono —Seokjin sacó su móvil de su bolsillo y salió del auto.

Yo seguía llorando, tratando de limpiar mis lágrimas pero no servía. Así que sólo las dejé ir.

—Jimin, Jiminie —Jungkook me tocó el brazo—. Todo está bien, nada malo sucedió gracias a ti.

—Jungkook.

Limpie mi rostro con la manga de mi chaqueta y lo abracé sin importarme nada más. Hoseok y Namjoon me miraron en silencio.

—Anda, que nada malo ha sucedido. —Escuché decir por parte de Yoongi.

 𝒀𝒐𝒖 𝑵𝒆𝒗𝒆𝒓 𝑾𝒂𝒍𝒌 𝑨𝒍𝒐𝒏𝒆 | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora