Noviembre sin estrellas || Seyeol.

Parte III.

Abro mis párpados, sintiendo mis ojos un poco secos por lo que vuelvo a cerrarlos.
Maldita sea, no me quiero levantar. Llevo más de cuatro semanas buscando trabajo, yendo todos los días a entrevistas  tras entrevista con tanta suerte que siempre tiene que pasar algo que me evidencie como inepto para la tarea.
¿Soy tan inepto? Ni siquiera para paseador de perros me aceptaron.
Refriego las palmas de mis manos en mi rostro, tratando de no despertar con mis movimientos a Mina la cual está acostada a mi lado, con millones de almohadas a su alrededor para restringir si hiciese cualquier movimiento que la llevara a caerse.
Cuando logro pararme, salgo de la habitación refregando mis ojos con mis puños, sin prestar atención a nada que no  sea mi vejiga. Dios, me orino.
Empujo a algo o alguien cuando me restringe mi paso al baño, cerrando la puerta tras de mi con rapidez. Dios, que hermosa sensación es orinar luego de aguantar por tanto tiempo.
Al terminar me lavo las manos para luego salir sintiéndome renovado, frenando en seco al abrir la puerta y encontrarme frente a frente con un chico desconocido. Él es más alto que yo por unos centímetros, su rostro es tan pequeño que sus enormes ojos parecen querer salirse del mismo. Oh, tiene unos labios preciosos, se ven suaves.
Quería seguir mirándolo pero me di cuenta que su ceño está fruncido y me miraba con desagrado, sus brazos cruzados se sentían como una pared.

—¿Quién...
Comencé pero me interrumpió al instante.

—Deberías ser más educado y no empujar a la gente. Ahora, si me disculpas, voy a hacer mis necesidades básicas, cosas que no me dejaste, maleducado.

Lo vi pasar por mi costado, empujándome con su hombro, sorprendiéndome con su fuerza porque literalmente me hizo chocarme con la pared a unos metros mío.
Wow, que carácter. ¿Quién le dice 'necesidades básicas' a ir al baño para orinar o defecar?
Sin darle más importancia camino hacía mi habitación para levantar a Mina. Una vez en mis brazos la pequeña, me dirijo a la cocina, para prepararnos el desayuno, pero me quedo estático en el umbral.
En todos estos días Jongdae no había traído ni un insecto a su casa, hasta hoy, por lo que veo. En la cocina se encuentra el dueño de la casa, un chico bajito haciendo el desayuno o eso pareciera.

—¡Al fin despiertas, rayito de mi corazón! -. Jongdae se para y viene hacía mi, lo cual me confunde por su tono afectuoso hasta que toma a Mina en brazos, comenzando a dejarle besos por todo su pequeño rostro.—¿Pensaste que era para ti? Suerte en la próxima, cretino.

Ruedo los ojos antes de pasar por su lado despeinando con mi mano el cabello de mi hija. Me siento en uno de los taburetes, observando al otro hombre en la cocina.

—Me alegra un montón al fin presentarlos, Sehun -. Dice Dae, parándose a un lado del chico bajito.—Esta hermosura de aquí es mi novio, Baekhyun -. Rodea los hombros del mencionado con una sonrisa enorme.— Y su hermano Chanyeol ahora está en el baño, aunque fue hace unos cuantos minutos.

Se encoge de hombros, restándole importancia.
Así que el chico de antes se llama Chany-, ¿Jongdae tiene pareja? ¿Desde cuándo?

—Bien... ¿y desde cuándo tienes uno? -. Realmente siento haberme levantado con el pie izquierdo. Desde hace un maldito mes todo me sale mal, y mi mal humor día a día empeora. ¿Estoy volcando la molestia con los demás? No lo sé, pero siento que soy una bomba a punto de estallar. — No entiendo, me escondes tanto que no siento que seas mi amigo. Ya... ¿no sé quién eres? ¿no sé quién soy? Dios, me harte de las mentiras -. Me levanto sintiendo una agria presión en el pecho. Tomo a mi hija de sus brazos para salir de la habitación en camino a la que yo ocupaba.
Me siento dramático, tonto, inmaduro. No entiendo realmente. ¿Por qué todos me esconden cosas? Las únicas personas con quien mantenía un vínculo en mi vida me mentían. Mi ex pareja me engañó por años y mi supuesto mejor amigo me esconde toda su vida. En los únicos que puedo confiar es en los bebés.