He met Marmalade.

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Cuando vió a Marmalade por primera vez, su mundo entero se sacudió. Definitivamente ella era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

Su larga melena rubia adornada por dos plumas blancas a cada lado enmarcaba su anguloso rostro, ojos esmeraldas con extravagante maquillaje que brillaban con travesura junto a unas curiosas marcas dibujadas en sus pómulos, sus labios rojos sonreían misteriosos a los espectadores.

Su cuerpo estaba vestido por un corsé azul claro con lentejuelas en él, un liguero que conectaba sus medias a la prenda superior dejaba ver la blanca piel de sus piernas, en sus pies unas botas negras de tacón con lentejuelas a juego, la iluminación del lugar le hacia lucir como una resplandeciente estrella.

En su cuello, un delicado moño negro sus clavículas se marcaban con las luces y sombras, sus manos cubiertas por unos guantes de seda negra. Se sintió como un adolescente que babeaba ante la primera vez que veía a una mujer con fines sexuales.

Contoneando sus caderas al ritmo de Nancy Sinatra mientras movía sus labios al compás, bajó del escenario y bailando entre las mesas de los espectadores no faltó quién quisiera tocar a esa divina figura, pero ella, amablemente les ponía en su lugar.

Joseph se sentía maravillado, nunca en su vida había visto a alguien que impusiera la presencia en el escenario tan bien como aquella rubia. Miraba atento todos sus movimientos.

Desde la manera en que su mano se deslizó por su cuello hasta su pelvis y cómo su cabeza se alzó para mostrar aquella parte. O como sus dedos juguetearon con sus labios rojos.

Balanceándose entre las mesas llegó hasta donde se encontraban sentados.

Primero, bailó cerca de Stroheim, dando la vuelta a aquella mesa redonda se situó a su lado.

Comenzó a mover sus caderas, bajando lentamente sus manos por sus piernas se inclinó hacia él, y pudo apreciar mejor los detalles en hermoso rostro. A lo lejos, pudo escuchar los vítores que lanzaban hacia él por haber conseguido la atención de la vedette. Pero él estaba paralizado.

—Señor Joestar, que gusto verle aquí. Espero verle nuevamente.— Su aterciopelada voz le murmuró, suaves dedos acariciaron su rostro a los lados, bajando delicadamente por su cuello, una caricia tan etérea que apenas pudo sentirla. Le guiñó un ojo, después aquella mujer rubia se alejó.

Quedándose hechizado por el magnetismo de su baile, fue incapaz de alejar la mirada de ella hasta que su espectáculo terminó. Aún reviviendo el momento en su cabeza, no podía dejar ir a esos ojos verdes.

—¡Joseph!— Sacado de sus ensoñaciones, miró a Stroheim mientras alzaba su ceja.

—Nosotros ya nos retiramos, fue un placer hacer negocios contigo. Espero verte pronto.— Se despidió, correspondió a dicha formalidad en piloto automático. Cuando se marcharon, solicitó a una de las meseras una cerveza.

Disfrutando del espectáculo un rato más, abandonó el Moulin Rouge hasta que aceptó que Lady Marmalade no saldría de nuevo.

—Esperamos verle pronto, Señor Joestar.— El portero, un hombre rubio de cabello largo le dijo. Ya no le sorprendía que las personas le reconocieran, pues sabía que era bastante conocido en la ciudad. Suspiró y subió al auto donde su chófer ya le esperaba, mirando la hora se dió cuenta de que pasó más tiempo ahí adentro del que creía, pues ahora eran las 2 de la mañana.

Solo esperaba que Suzie no lo supiera.

Durante todo el trayecto no pudo sacar lo sucedido de su memoria. Cuando llegó a casa, Suzie ya se encontraba dormida. Sin hacer ruido se preparó para acostarse, quitándose su ropa con olor a tabaco se tomó una pastilla para conciliar el sueño y así poder olvidar todo lo sucedido en el Moulin Rouge.

Para sacar a Lady Marmalade de su cabeza. Porque sus pensamientos le estaban llevando a lo que posiblemente sería su ruina total.

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¿Qué les pareció la primera aparición de nuestra Lady?

Lady Marmalade «Josecae»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora