El destino usa vestido

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En esa ocasión Alessia se había encargado de esconder y recoger toda moneda suelta que tenía por la casa, realmente estaba decidida a no dejarla irse. Tener a Sonia bajo control le traía paz mental. Aunque apreciaba mucho a su hermana, no podría decirle la verdad.

Llevaba días hablando con Vicente sobre la salud de Sonia, a pesar de que después del accidente no habían quedado secuelas físicas pero ese hecho logró que descubrieran que la salud de Sonia no estaba bien. No fue la mejor decisión de todas, pero lograron intervenirla para extraer un tumor de su útero.

Sonia tenía la misma enfermedad que se había llevado a su madre.

Tanto Vicente como Alessia estaban seguros de que esa noticia la destrozaría apenas despertara, había tomado muchos años para que lograra aceptar la partida de su madre, para ellos era mejor esconderla en una burbuja hasta que sea momento de un nuevo chequeo. Pero incluso si Sonia no daba señal de que sabe algo, no podían evitar sentirse nerviosos.

Ahora, había un problema más. Alessia necesitaba abordar los ataques que había empezado a desarrollar su hermana, eran como ataques de pánico o ansiedad luego de volver a casa. Incluso estaba consciente de que algo había cambiado en Sonia.

—¿Crees que debemos llevarla a un psiquiatra? —inquirió él con seriedad—. Ella podría tomarlo de la peor manera.

—Podríamos empezar con un psicólogo...—murmuró muy bajo—. Intenté con un libro para que pueda distraerse un poco pero solo ha empeorado. La he visto llorar y enojarse tanto, incluso parece que todo el animo con el que salió del hospital se esfumó.

—Solo exageras, debe estar intentando exteorizar esas emociones. Pero, si lo deseas, ella puede venir a vivir con nosotras.

Alessia se sintió culpable, no quería abandonar a Sonia porque luego de tanto tiempo habían podido unirse.

—No... Me gusta estar con ella. Siento que me he vuelto dependiente de su compañía, después de todo, hace mucho no nos hablábamos... Me hace feliz estar con ella.

—Sonia no parece ser ella misma. De la nada, ella simpatizó con nosotros como si lo hiciéramos siempre.

No se había percatado de eso. Muchas dudas surgieron en Alessia, de la nada era como si algunas de las actitudes de Sonia tuvieran una razón.

—Estamos sacando conclusiones extrañas, solo debe ser por el aburrimiento de ella.

—Ponle más atención... Pero no olvides llamarme si algo pasa.

—¿Crees que ella lo sabe...?—preguntó Alessia con tristeza—. Tengo miedo...

—Ella es fuerte—le interrumpió—. Pero lo más importante es que ella sepa cuanto la amamos, nada más.

Vicente decidió acabar la conversación, se levantó de la mesa en la que se habían sentado a conversar y fue a pagar la cuenta antes de irse.

El corazón de Alessia se sentía pesado antes de mirarle como se iba antes de levantarse e irse. Necesitaba despejar todas esas ideas y sentimientos agobiantes, podía presentarse así ante su hermana.

Manejó de regreso a la casa. Al llegar logró ver a Sonia moverse de un lado para otra dentro de la casa. Se detuvo cuando abrió la puerta, ambas se miraron un poco y al final, Alessia soltó una suave carcajada al verla dar saltitos para intentar sostenerse. Se acercó a ella y le ayudó a sentarse en el sofá antes de acariciar un poco su cabello.

—Te veo muy activa hoy, eh.

Alessia se sentó a su lado y cerró un poco sus ojos.

—Algo así...Siento que si escribiera una novela policial me iría muy bien. Se me han ocurrido algunas cosas raras...Debe ser el aburrimiento.

La lycoris que nació esa tarde de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora