La magia y la muerte

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No se podía decir entre aceptar que estaba muerta o echar a correr por la posibilidad de ser victima de un secuestro, cuando uno se encuentra en la situación más extraña que jamás pudo haberse imaginado, la propia creatividad o lógica suelen ser reducidas a un instinto puro; dicho instinto le pedía a gritos a Astoria que comenzara a correr porque las personas que tenían motivos para secuestrarle tenían muy mala fama

- ¿Dónde estoy?

-En todas partes y en ninguna, nosotros no hemos existido en el plano de los mortales desde hace milenios

- ¿Estoy muerta y esto es el infierno?

Muy pocas personas habían escuchado la risa de la muerte y cada milenio encontraba menos personas con la elocuencia para provocársela, pero la seguridad nerviosa con la cual la pequeña había pronunciado la pregunta, intentado encontrar algo parecido a sus ojos para medir su sinceridad le había arrancado una carcajada; la risa de la muerte recordaba al molesto zumbido que llenaba los oídos, mezclado con las uñas que se pasean por una pizarra y el cristal al destruirse

-La asustas mas de lo que me ayudas a que no se desmaye, ¿no tienes almas que quieras torturar?

-Ninguna querida, los humanos se han portado muy bien estos días

La muerte se apoyo en la pared junto al cabezal de la cama convertido en el hombre mas alto que había visto, el cabello blanco flotaba a su alrededor y las venas azules se marcaban bajo su piel azulada; parecía el espectro de un aristócrata ahogado, Astoria lo miro esperando que agua salada y algas salieran su boca

-¿Ves como me mira?, por eso nunca me transformo para los mortales

-Cállate Mortis, lo haces todo mas complicado

Solo había un ser en toda la creación la capacidad de regañar a la muerte, ese ser era su esposa, pero cada vez que ambos debían enfrentarse a tareas tan impropias a su naturaleza solían terminar en peleas por crímenes que ambos habían cometido hace muchos milenios; aun así, ambos se habían prometido tratar con la pequeña niña humana con tanto tacto como les fuera posible, aunque su propia naturaleza los limitaba bastante

-¿Están seguros que no estamos en el infierno?, Talvez mi castigo eterno sea escucharlos discutir para siempre

La muerte tomo a la niña por la barbilla, conectando sus orbes sin vida con los asustados ojos color esmeralda; pase la mano por el cabello castaño oscuro hasta llegar al cuello, justo donde podía sentir el acelerado pulso sobre su mano

-Estoy muy seguro de que no has muerto, si hay alguien en quien puedes confiar para que te lo diga soy yo; pero me despierta la curiosidad, ¿Por qué una humana tan joven debería ir al infierno?, ¿No se supone que los niños de tu especie son inocentes?

-Me robo los dulces de mi hermano, maldigo cuando nadie me escucha y he deseado la muerte de mi hermano; mi madre dice que si haces esas cosas te vas al infierno

-Pues yo conozco a muchos pecadores que están en el infierno y ninguno de ellos esta condenado por robar dulces, maldecir o desear el mal

La muerte, las pocas veces que se lo proponía, solía ser un excelente consejero

-¿Dónde mas puedo estar?, esto no es el bosque de mi casa

-Ya te lo he dicho pequeña, la magia y la muerte no existimos en el plano de los mortales, por eso hacemos que nuestros elegidos vengan a nosotros

Muchas personas a lo largo de la historia habían demostrado que era más fácil convencer a un niño que a un adulto, incluso si aquello de lo que se quería convencerlo era lo mas disparatado que pudiera ocurrir; Astoria, sin importar el destino que se le había asignado, seguía siendo una niña cohibida por la situación, por eso acepto las explicaciones de la magia y la muerte con facilidad, refugiándose en las maternales caricias para mantener a raya las dudas que pudieran surgir en el camino


Es cierto que los elegidos solían ser llevados al segundo plano, pero los mortales no podían pasar mucho tiempo allí antes de ser incapaces de volver al plano terrenal sin perder por completo la cordura; con eso en mente, era mucho más fácil que la magia y la muerte se trasladaran al plano terrenal de forma definitiva durante un par de años, resignados a mantener un cuerpo con cinco dedos en cada mano, dos ojos y un corazón que a veces olvidaban obliga a palpitar

Su nueva residencia tenia unas paredes que siempre permanecían blancas y unas escaleras que permanecían quietas, para el disgusto de la muerte, también tenia muchas ventanas. Astoria se instaló en la casa sin hacer muchas objeciones, solo pidió un cuarto más grande y diecisiete rosales en el jardín que florecieron durante cada invierno sin falta para darle una hermosa vista cuando miraba por su ventana 

¿Quién es el elegido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora