-Leila martinez - Otra Chica más del colegio nacional. Hija de un doctor y una artista. "Hija única".
Problemas para socializar y una aptitud amable.
No le interesan las relaciones amorosas. Fanatica del chocolate y escuchar personas.
-Paula Miranda...
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Narrador omnisciente:
Luis había hablado y lo peor de todo es que tuvo que decir algo que le dolía a gerry, dandole un golpe bajo. Gerry se abalanzó en contra de Luis, siendo detenido por la maestra.
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Susana- Gerry, no lo escuches. ¡Tranquilo,Ey!- Pero las palabras de la maestra no sirvieron cuando gerry logro esquivarla. El director llegó a su ayuda, pero fue en vano cuando gerry lo empujó al suelo. Teniendo libre El Paso para ir en contra de Luis.
Cuando iba a lanzar el primer golpe, Raúl se interpuso, pero al mismo tiempo Natalia empujó a Luis, siendo ella quien golpeara a Raúl. Raúl cayo al suelo, alarmando a todos al rededor.
Susana- ¡Ey, chicos, tranquilos!- gritaba eufórica pero gerry estaba más que cegado por el enojo.
Dos compañeros se acercaron a ver cómo estaba Raúl. Mientras tanto gerry seguía intentando llegar a Luis. En el otro extremo, Isabela rodó los ojos para luego irse, estas peleas no eran lo suyo, ella opinaba que todos se miraban muy ridículos peleando.
Quintanilla-¡Chicos, ya!- grito a todo pulmón, su voz fue callada cuando alguien le lanzó un frasco de metal. Haciendo que el director cayera al suelo, siendo auxiliado por la maestra Susana.
Y lamentablemente, Gerry logro llegar hasta Luis, tomándolo por los hombros y golpeándolo con su cabeza. El chico calló al suelo mientras aún temblaba, mientras gerry le gritaba.
Leila se acercó hacia gerry, tomándolo de el rostro para intentar tranquilizarlo o más bien, distraerlo mientras Sofía, Javier y Raúl solo sacaban de ahí.
Leila-¡Gerry, mírame!- tomo su rostro entre sus manos- Tranquilízate- le pidió con una voz tranquila.
Gerry- ¿Qué me tranquilicé?- preguntó con burla- Ese güey empezó- se zafo del agarre de la chica- Ahora se aguanta-
Leila- ¡Gerry!- habló molesta- Por favor.- pidió con pena en sus ojos.
Los que antes eran una adición para el chico, ahora eran una maldición, golpeando con su enojo e irá. Se quedó casi estático en su lugar sin saber que hacer. Mientras Leila internamente pedía a gritos que el chico la escuchara. Pero con cada segundo que pasaba las esperanzas de Leila se iban por la borda.
