DECIMOSÉPTIMA CARTA (PARTE 2)

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No era consciente de la existencia de esta libreta; en mi mente sabia que existía pero no tenía recuerdos de haber escrito semejantes regalías. Escribí la décima, porque era necesario agradecerle la nueva vida que me a brindado y disculparme otra vez; inclusive lo haré toda la vida. Le pienso regalar este cuaderno, si no habría sido absurdo escribir la última razón de mi amor a él. Debo encontrarlo.

Lo busqué por todas las partes inimaginables del instituto, pero por alguna razón se me ocurrió que estaría en un lugar totalmente inusual en él; el gimnasio.
Al entrar allí estaba la persona que buscaba, estirado en el suelo con una bola de básquet encima de su abdomen. Me acerqué sigilosamente y me acosté a su lado.

—Hola preciosa—su mirada estaba fija en la bola.

—Hola, te quería dar una cosa — le enseñe la libreta —, no me preguntes que es; solo debes leerlo.

Le brindé un beso en la mejilla, y me levanté. Sabía perfectamente que no quería estar cerca de mi en estos momentos.

—Luna, espera — agarró mi mano antes de que saliera de aquel lugar —, lo siento.

—¿Por qué? No has hecho absolutamente nada.

—Por eso mismo te pido perdón. Se que me necesitas a tu lado; y en estos precisos momentos estoy en todas partes excepto cerca de ti.

—Oh — baje la mirada —. Tranquilo — sonreí —, solo deseo que leas el cuaderno y cuando estés preparado; házmelo saber, ¿si?

—Así lo haré.

Me abrazó.

Quería alejarme pero por mucho que quisiera era inevitable, necesitaba el calor de su cuerpo y sentirme protegida junto a él.

—¿Qué hacéis? —preguntó Enzo furioso haciendo que nos separáramos uno del otro.

—Nada — afirmé —. Solo nos abrazábamos.

—Vámonos, Luna.

Por alguna razón le obedecí y abandoné aquel lugar, de todos modos mi misión estaba cumplida.

Mientras iba sin rumbo con Enzo, solo pensaba en abrazar a mi primer amor. No por quererle ni nada de eso; sino para sentirme bien. Solo me faltaba su presencia en mi vida para estar en un estado de éxtasis interminable.

—No paras de buscarle por todos lados — dijo Enzo interrumpiendo mis pensamientos —.

—Es mi amigo — bufé —, me dijiste que no volverías ha hacer ninguna escena de celos.

—No puedo evitarlo, Luna —paro de caminar.

—Tendrás que explicarme porque tienes tantos celos o rabia con Jack —me pare junto a él.

—De camino a tú casa, ¿puede ser?

Asentí y le besé.

Tocó el timbre para dar inicio a la última aula del día, el tan ansiado último jueves en el instituto.

En esta aula el profesor de historia decidió hacer todo lo contrario a casual; recolectó unas cuántas fotos de nosotros trabajando o haciendo estupideces por el recinto estudiantil y las proyecto en él aula. Además, trajo golosinas, zumos, patatas, bollerías...en resumen; un gran banquete. Colocó música ambiente para que no nos volviéramos locos cantando, era consciente de que no estaba siguiendo las normas como todos los demás profesores; pero se notaba en su rostro que le importaba entre poco y nada.

Mientras mirábamos las fotos y llenábamos nuestras barrigas de calorías innecesarias; flashbacks recorrían en mi mente de todos los momentos vividos en este instituto.
La mayoría de mis fotos eran únicamente con Venus; lo que no nos sorprende a ninguna de nosotras puesto que solo hace un mes hemos ingresado con nuestro grupo de amigos.
No obstante; en las que salgo con nuestros nuevos fichajes amistosos, son realmente cómicas. Algunas son besándome con Jack; otra mirando a la nada con Yasmina haciendo un careto que no debería ni estar registrado y otras en grupo completo en el comedor riéndonos abiertamente mientras comida se haya en nuestra boca. ¿A quién se le ocurre hacer una foto sin avisar? Si supiéramos de la existencia de las cámaras en el instituto, jamás seríamos tan descarados y poco cuidadosos. Sin embargo, resulta bonito tener estos recuerdos.

El inicio del fin ☑️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora