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Todos ya habían desempacado, la noche ya había caído. No habían hecho nada fuera de lo normal, sólo simples actividades de un campamento; Caminar, jugar, comer, sacarse fotografías, explorar el lugar. Cosas tan banales, pero a la vez que ellas encontraban entretenidas. Y ahora todos estaban alrededor de una gran hoguera que habían hecho, minutos atrás cantando, pero ahora contando historias de miedo.

Al final nadie hizo cambios en los "grupos", todos habían decidido quedarse con quienes les tocó, aunque algunos obviamente estaban más conformes que otros. Aquel trio de chicas habían permanecido juntas por una simple razón, porque a las tres sus profesores les pidieron en privado que se mantuviesen juntas, ¿por qué? Ninguna lo sabía, pero por ello habían acabado haciendo todas esas actividades juntas. No habían "fortalecido" sus lazos para que pudiesen llamarse "verdaderas amigas", pero al menos ahora charlaban un poco más a diferencia de cuando empezó el día.

Y allí estaban las tres, frente a la gran hoguera, sentadas en un tronco comiendo malvaviscos y sándwiches de helado. Ninguna de las tres había estado muy contenta con la idea de acampar, cada una por sus motivos; Nanami porque le iban más los juegos de consola, Kirigiri porque no le encontraba lo divertido a estar una noche en el bosque, y Akamatsu porque temía que hubiese demasiados insectos, pero curiosamente las tres la estaban pasando mejor de lo que se hubiesen pensado.

—Voy al baño, ¿alguna...?

—Yo te acompaño —espetó Nanami, respondiéndole a Kirigiri—. Akamatsu, ¿vienes o...?

—¿Eh? Creo que las esperaré aquí —respondió la pianista.

Ambas chicas asintieron, para irse, los baños no estaban muy alejados del lugar en el que se encontraban, por lo cual no creían tardar más de quince minutos. El lugar era una pequeña edificación, dado que las cabañas no poseían cuartos de baño, aquel lugar era el único donde podrían ducharse o ir al baño, para suerte suya, el edificio del baño de chicas estaba muy alejado de del baño de chicos.

Según habían entendido, podrían bañarse cuando quisiesen, pero si no se sentían muy seguras por temor a que algún idiota intentase espiar, Chisa haría de guardia en la entrada cierta hora del día, asegurándose de que ningún chico pensase siquiera en curiosear. Todas preferían bañarse con la seguridad de que la profesora hiciera guardia, ya que sabían que había más de un pervertido en el lugar.

El lugar era bastante común por dentro, consistiendo en una fila de regaderas, las cuales se suponía debían usar, y unos cuantos cubículos con seguros. Kirigiri entró en uno de los cubículos y cerró la puerta, Nanami por su parte simplemente se quedó al lado del lavamanos, esperando por su compañera.

—Hey... Nanami...

—¿Sí?

—¿Qué opinas de Akamatsu?

—¿Hm? Me agrada, ¿por qué preguntas?

—Sólo por preguntar.

—De acuerdo... ¿Y tú qué opinas de ella?

—Es agradable... ¿Sabes si ella está interesada en algún chico o algo? Digo, es linda y...

—¿Te preocupa que esté tras Naegi? —interrumpió Nanami.

Dado que Kirigiri estaba dentro del cubículo, ninguna podía ver la cara de la otra, pero no hacía falta. Nanami sonreía, casi divertida de que Kirigiri pensara eso, ya que Nanami, por muy despistada que fuese en ocasiones, sabía que Naegi estaba colado por la detective. Así es, tanto la Gamer como prácticamente media escuela sabía que a Naegi le gustaba Kirigiri.

Kirigiri simplemente sintió como su cara comenzaba a arderle, sí le preocupaba un poco aquello, lo cual ella misma consideraba un poco patético, ya que literalmente estaba teniendo celos de una chica que era un año menor que ella. Queriendo evitar que Nanami descubriera que tenía razón, Kirigiri tosió en su puño e intentó calmarse.

El mejor viaje de campamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora