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Abro los ojos un poco confusa.

Miro de un lado a otro, dándome cuenta de donde me encuentro.

Con los ojos entreabiertos por la luz que pasa por la ventana, intento con unos toques en la pantalla apagar la alarma que me está haciendo sufrir.

Al cuarto intento lo consigo.

Coloco los brazos bajo mi cabeza y miro al techo.
Blanco, recién pintado, diría que si prestas atención al olor, puedes darte cuenta de que todavía tiene una sutileza de pintura.

Ya llevo aquí una semana.

Quizá si que debería decirle todo.

Giro mi cuerpo hacia la derecha, mi mano izquierda se estira recorriendo toda la almohada mientras que, la derecha recoge el edredón.

Quizá debería pasar de pagina.

Giro mi cuerpo hacia la izquierda, y mi respiración se acelera un poco, mismo procedimiento, mano derecha estirada, la izquierda me intenta proteger.

Pestañeó sutilmente.

Quizá, por fin debería confiar en mi, y quererme.
Quizá debería aceptarme y sentirme.

Simplemente, quizá es el momento.

No quiero pensar mas en ello, por lo que rápidamente me destapo de mi edredón blanco y corro por el frío suelo. Me maldigo por no haberme puesto unas zapatillas cuando tenía unas a tan sólo unos centímetros de mi.

Llego a la cocina y sonrió al darme cuenta de que Maialen ha decidido preparar un desayuno para las dos.

-Muchisimas gracias maialen, no era necesario jo- abro los brazos mientras me acerco a ella.

Ella se acerca a mi y me abraza.

-Claro que si titi, todos los días, cada día una ya lo sabes. Solo llevas aquí una semana y siento que nos conocemos desde siempre.- dice mientras bebe el café y la espuma se le queda en el labio.

Sonrió levemente y me acaricio la cara mostrando mi cansancio.

-Ay titi, ¿has dormido hoy mal también?- pregunta.

-Si, y la verdad no entiendo muy bien el motivo, el insomnio me esta matando.- le confieso a Mai.

Ella me acaricia el brazo.- creo que tienes algo que te preocupa, si quieres mañana nos quedamos aquí y pedimos algo de comida mientras hablamos sobre ello. ¿Te parece?- me propone algo que no se podía rechazar.

Aceptó rápidamente asintiendo.

-Mi pregunta es, ¿Por qué no hoy?- la digo.

-Ay samantha, no te acuerdas de que hoy es noche de pizza- exclama.- ademas es la primera vez que voy yo también nos han añadido a las dos.

Suspiro.

-Uf maialen no se si estoy para aguantar a Flavio- la digo rápidamente.

-Algún dia vais a tener que resolver vuestras diferencias, ya es hora.

Asiento no muy convencida y me termino mi desayuno.

La verdad es que Flavio y yo habíamos empezado bien al abrirme la puerta, pero había una razón que no entendía en la cual cada vez que hablaba con él o la cagaba yo, o la cagaba él.

Comentarios totalmente innecesarios, y después de eso nos cabreabamos. Después de su último comentario fue la gota que colmó el vaso.

"Bueno es que creo que tú te dejas llevar demasiado, ¿has pensado en relajarte un poco?"

Así Fue Donde viven las historias. Descúbrelo ahora