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-Fue unos días antes de que nos dieran nuestros colores- El azabache habló triste, recordando los días en los que aún estaban juntos, Mangel abrió la boca sorprendido, tal vez parecía que iba a decir algo, pero no había palabras que llegaran a su mente para describir la situación.

-Vegetta, creo que hay algo que debes...- Intentó explicarse, pero sabía que no podría, así que tomó al mayor del brazo y lo guió firme hasta donde estaban los cálidos, siguiendo una ruta que por mucho tiempo había permanecido secreta para los aldeanos, pues no conectaba con el pueblo. Era la única forma en la que podían estar juntos.

El ojimorado replicaba a su compañero que le explicara a dónde lo llevaba, pero para cuando éste decidió hablar, ya habían llegado.

-Aquí está, la casa de Rubius- Vegetta intentó zafarse, pues no sabía si estaba listo para volver a verlo, para enfrentar tantos años de distancia. Pero decidió dejar de rehusarse y aceptar lo que tuviera que pasar.

Tan rápido como Mangel tocó la puerta, salió un joven alto de pelo blanco, su chiqui...

-Mangel! Hva gjør han her? Ingen så deg komme, ikke sant? (¡Mangel! ¿Qué esta haciendo él aquí? Nadie te vio venir, ¿verdad?)- ¿Qué era eso? ¿Acaso estaba hablando en noruego?

-Ikke vær paranoid, ingen vet at vi er her. Ta av og la oss gjennom (No seas paranoico, nadie sabe que estamos aquí. Muévete y déjanos entrar)- Estaba confundido, no entendía por qué no hablaban en español, tal vez era para que los demás no supieran lo que decían y que no los descubrieran por esas zonas, era lo que sonaba más lógico ¿no?

En cuanto entraron a la casa, el híbrido se fue a la cocina para llevarles unos bocadillos o al menos un vaso de agua, así que Mangel se sentó con toda la confianza del mundo en uno de los sillones a esperar, estirándose para relajarse de la larga caminata y asegurándole al azabache que él también podía tomar asiento.

-...¿Qué fue todo eso?- Al final, la duda lo consumió después de estar aguantando por un buen rato. El de lentes tomó aire un poco decaído, bajando la vista al suelo y borrando la pequeña mueca de una sonrisa que se estaba asomando por su rostro.

-No debería decírtelo pero... no creo que Doblas te recuerde-

-Déjate de juegos. Esto no es divertido- Pero Mangel no estaba bromeando, ni siquiera estaba viéndolo de frente; su vista seguía más perdida e interesada en las baldosas de madera que en los orbes amatista que se habían clavado en él, que buscaban desesperados respuestas.

-Hace unos años, se metió con la gente equivocada, probablemente has oído hablar de ellos- Su vista finalmente se elevó hacia el rostro ajeno, con un claro miedo brillando -La Hermandad Oscura

-...He oído algunas cosas, sí- Tragó saliva con dificultas, de repente, a su mente asaltaron unos vagos recuerdos de tres personas enmascaradas poniendo minas a la puerta de su isla, mientras tenían a una bonita chica pelirroja con vestimenta azul y blanca amordazada.

-Él se unió, pues lo habían amenazado de hacer su vida un infierno si rechazaba la oferta- Más recuerdos llegaron. Un chico en particular se había dado cuenta de que los habían visto, así que, sin llamar mucho la atención de sus compañeros, sacó su espada para poder atacar al sujeto con máscara de lobo que se ocultaba tras los arbustos -sufrió un ataque en una de sus "misiones". Nadie sabe qué ocurrió, pero sospecho de ese ladrón francés... ¿lobo nocturno, creo que era?

Su mente se puso en blanco. El desconocido se estaba acercando demasiado a su escondite, tenía que pensar rápido. 

En completo sigilo, salió de las sombras para tomar la cabeza ajena y la estampó con todas sus fuerzas contra el tronco de un roble cualquiera, como los muchos que rodeaban su isla flotante, dejándolo probablemente muerto, pero haciendo suficiente ruido para que los otros dos se acercaran con la chica aún atrapada. Aprovechó el poco tiempo que le quedaba y salió corriendo de ahí hasta haber dado la vuelta al bosque, llegando al mar abierto, donde descansó y se sentó en la orilla a disfrutar de lo que había robado esa noche.

-Recibió un golpe muy fuerte en la cabeza, los doctores pensaron que iba a morir, pero en cambio perdió parte de su memoria- Se mordió el labio inferior intentando reprimir unas cuantas lágrimas, pues recordó ese momento en el que su mejor amigo despertó, volteó a todos lados hiperventilándose, preguntando en noruego dónde estaba, quién era.

-No me recordaba a mí, ni a sus padres, solo sabía que vivía en Karmaland. Olvidó cómo hablar español y se rehusaba a aprender, así que tuve que aprender a hablar en noruego para poder estar con él de nuevo- Recordó cómo el (en ese entonces) castaño a veces lloraba por no poder entender nada de lo que le decían. Su memoría había sido atrofiada en ciertos aspectos, pero permaneció intacta en otros, pues aún podía entender el español, solo no podía hablarlo.

Los demás se tuvieron que adaptar a la persona en la que se había convertido. Rubius seguía allí, pero no era lo mismo. 

Quizás nunca volvería a ser lo mismo...

[ℍ𝕠𝕥 𝕟 ℂ𝕠𝕝𝕕] ℝ𝕦𝕓𝕖𝕘𝕖𝕥𝕥𝕒 𝔸𝕌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora