Lujuria - Hashirama

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"La flor de los siete bailará... Los pecados ya han sido liberados... Mientras se cubrirá escondiendo su horrible rostro... En lujuria ahora se ahogará..."


—Q-Qué... Qué eres... —El joven de cabello largo marrón y piel bronceada cayó sentado al suelo mientras trataba de retroceder ante la horrible imagen que se formaba en el espejo delante de él.
—Soy tu pacto... Soy... Tú... —Aquel demonio poco a poco se desprendía del mismo espejo para atrapar y apoderarse de aquel joven que trataba de huir—. Y te devolveré lo que te arrebataron...


(...)


En una ventosa noche un joven de cabello negro atado en una coleta se había acercado con calma a las puertas de aquel gran palacio, donde allí tocó la puerta.

—Oh... Un nuevo chico en mi hogar. Bailemos en este harem. —El dueño de la mansión abrió la puerta para permitir pasar a aquel joven, quien inmediatamente abrazó al dueño—. ¿Cuál es tu nombre? Mi nuevo amado
—Hikaku... —respondió el joven mientras alzaba la vista para ver a su nuevo dueño—. Mi señor... —Quiso llamar por su nombre al amo, más no sabía su identidad hasta que la liberó.
—Hashirama, pero prefiero que me llamen por "Amo" —Allí Hashirama tomó de la barbilla a Hikaku, viendo los ojos opacos y perdidos que poseía el joven, y sin más, lo besó.


Al siguiente día fuera de la mansión en una pequeña casa se encontraban sentados dos hombres y una mujer, charlando sobre un tema de debate el cual aplicaba en todo el poblado.

—Hikaku no apareció... Puede ser que haya desaparecido como los demás y temo que ustedes sean los siguientes. —mencionó Toka con nerviosismo viendo a su tío y a su amigo. Era el colmó que sus cuatro primos y ahora su prometido desaparecieran de la noche a la mañana como por arte de magia. Todos esos hombres y jóvenes desaparecían sin dejar rastro alguno.
—Y la tortura sigue tocando nuestra puerta. —Butsuma soltó aquella frase mientras se levantaba de la mesa para salir fuera de la casa —. Aún no asumo que mis cuatro hijos desaparecieran.

Una vez que el mayor de los presentes se apartó de los demás, Kakuzu inmediatamente se sentó al lado de Toka y le susurró para que Butsuma no escuchará nada.

—Debo decirte algo importante. —Kakuzu comenzó a hablar —. El alcalde me dijo que desde que la mansión abandonada fue habitada por un joven misterioso han pasado las desapariciones, me han pegado para ir a esa y averiguar que sucede. —explicó Kakuzu a Toka mientras notaba el semblante de preocupación de la misma—. Calma, no iré solo. Un aprendiz a Padre irá conmigo.
—Me vale si vas solo o no... ¿Qué tal si te pasa algo allí? Es cierto que todo pasa desde ese suceso...
—¿Acaso quieres que tu ultimo familiar desaparezca? —interrogó Kakuzu a Toka mientras miraba rumbo a la dirección donde se había retirado el tío de la misma.
— ... —No supo que responder ante su amigo al principio hasta que admitió que debía apoyarlo. —Solo prométeme... Que te cuidarás.
—Lo haré, en especial por la suma de dinero que me dieron. —Ante ese comentario que dio Kakuzu, Toka lo golpeo con fuerza en el hombro.


(...)


Ya estaba todo perfectamente planeado, ambos habían logrado escabullirse por una de las ventanas de la primera planta de aquella mansión más no esperaban encontrarse con el lugar vacío con un extraño y peculiar aroma a almizcle.

—Este olor solo se encuentra en aquellos que hacen un acto carnal... O eso tengo conciencia por lo que me han explicado, Kuzu. —comentó el joven Padre mientras caminaba con cautela por el lugar, sujetando fuertemente un crucifijo.
—Hidan... Mejor sigue caminando hacia adelante. —susurró Kakuzu al mejor mientras veía por una puerta entrecerrada una escena que sabía que el menor no debería ver por su profesión.

Seven Crimes and PunishmentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora