❧ 2:30 AM ☙

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—¡Hey, Jinyoung! —El tailandés salió corriendo del vagón del metro, buscando al pelinegro que había huido avergonzado por sus actos, a él le había resultado gracioso, pero evidentemente el coreano no pensaba lo mismo

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—¡Hey, Jinyoung! —El tailandés salió corriendo del vagón del metro, buscando al pelinegro que había huido avergonzado por sus actos, a él le había resultado gracioso, pero evidentemente el coreano no pensaba lo mismo.

Se habían detenido en una zona calmada de la ciudad, llena de residencias y pocos comercios a que esas horas ya estaban cerrados, por eso no le fue ningún problema encontrarlo. Un extranjero llamaba la atención en esa zona. —¿Por qué huiste? —Recriminó Kunpimook. — ¡No me ignores! —Gritó molesto.

Jinyoung, quien se había rehusado a dirigir la mirada a él en todo ese momento, se giró sobre sus pies y le encaró. —No tengo porque tener que aguantar tus tonterías.

—No estoy haciendo nada malo, solo estoy intentando divertirnos.

—¿Por qué lo haces? Ni siquiera te trato bien... No entiendo.

El tailandés le dio la razón un gesto, cerrando sus ojos y meneando ligeramente el rostro. —La verdad es que sí, eres un grandísimo tarado, de hecho... ¿Quieres saber que le comenté al jefe al salir?

—¿El señor Bourdieu? —Interrogó Jinyoung interesado.

—Así es. —Murmuró Kunpimook, mirando hacia el cielo oscuro. —Le pedí que me cambiara de estación porque eres insoportable.

El pelinegro frunció el ceño. —Pero... Es tu línea favorita.

—¿Hmm? —El pelinegro ladeó el rostro, confundido por el hecho de que Jinyoung conociera ese detalle suyo.

—No sabes hornear, no puedes ir a la zona de repostería o pastelería, eres muy malo con las medidas. —Indicó Jinyoung. — No te gusta la líneas de las entradas.

—¿Cómo sabes eso de mí?

—Porque no te callas la boca. —Recordó Jinyoung. —En fin... —Suspiró, buscando calor en los bolsillos de su chaqueta. —No veo la necesidad de pedir algo así, no creo que sea tan molesto, ni siquiera te hablo. Yo debería pedir algo así, me distraes con tus pláticas.

—Me prestas atención. —Remarcó él, con una sonrisa. —No lo sabía.

El coreano le restó importancia. —Solo te conozco por una semana. ¿Por qué te he hecho enojar tanto para pedir algo así?

El chico no tenía respuesta alguna, por lo que tan solo se encogió de hombros. —No lo sé... Supongo que no estoy acostumbrado a no tener atención.

—Ya. —Murmuró él. —A mi no me gusta la atención.

La conversación parecía haber muerto. Kunpimook comenzaba a sentirse incómodo y avergonzado. Ya no entendía porque había tomado la tonta decisión de llevar a Jinyoung a su aventura nocturna.

Comenzó a caminar sin un rumbo aparente, no era gran conocedor de la zona, pero se las podía ingeniar para salir de allí caminando. No tenía intenciones de regresar en el metro, seguramente Jinyoung lo tomaría y siendo honesto, no tenía la misma intención de volver a toparse con él mientras pueda evitarlo.

El sonido de un click le hizo detenerse confundido. ¿Había sido eso una cámara? Tan solo por simple curiosidad, se giró, encontrándose con la figura de Park Jinyoung sosteniendo una cámara desechable. Click.

—¿Qué haces? —Preguntó Kunpimook.

Jinyoung se encogió de hombros. —Solo me pareció que te veías bien, pensé que sería una buena fotografía.

La confusión era una palabra que comenzaba a quedarle pequeña a Kunpimook en la cabeza. ¿Qué rayos era aquella actitud del cocinero? Era sin duda alguna el hombre más extraño que alguna vez habría conocido.

—He sido duro contigo, solo estabas intentando ser amistoso. ¿No?

—Quería ayudarte adaptarte acá... No pareces estarlo.

El coreano negó con un gesto. —Estoy bien. Soy así siempre, en Corea del Sur y acá.

—Ya veo. —Murmuró Kunpimook. —Seguro te mudaste porque no tienes amigos.

Jinyoung rio, y le extendió su cámara desechable a su compañero para que observara las últimas fotos que tomó. —Me mudé acá porque es un lugar mágico y cada espacio es perfecto para una fotografía.

Kunpimook observó las fotos que había tomado aquel día, alguna que parecía ser tomada desde su ventana, otra de un humeante café en una cafetería céntrica, un par de fotos de edificios, del gato que siempre iba a pedir comida a la puerta trasera del restaurante, algunas en el metro, y por último, aquellas dos fotografías que había tomado de él. —Tomar fotos es mi pasión.

—¿No lo es la cocina?

—No. —Murmuró él, tomando la cámara para meterla en el bolsillo de su abrigo. —La cocina es mi vida, es diferente.

El joven comprendió. —Bueno, mi pasión es divertirme. Y tú me estás amargando la noche.

—Enséñame a divertirme. —Pidió casi que sin pensarlo, causando una gran sonrisa en el tailandés.

—No vayas arrepentirte después...

—No vayas arrepentirte después

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Holaaa. ¿Cómo han estado? Espero que bien uwu.

Los capítulos son bien cortos, porque son los sucesos de hora en hora. Aún así, espero que les guste. Ya escribí el final y se volvió uno de mis favoritos.

Espero que sigan disfrutando de la lectura.

Estoy emocionada porque ya casi somos 500 uwu. Cuando lleguemos voy a publicar una historia como agradecimiento, ya está escrita. Es un markjae ❤️

PRÓXIMO CAPÍTULO: 15 DE JULIO

Una noche en París ; jinbamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora