04 •Miradas

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A veces creo que ser solitario es algo positivo, pero al verme como tonto todas las tardes, prácticamente agazapado sobre el mostrador fingiendo leer, solo para ver su perfil y esa hermosa nariz respringada, me hace dudar de mis convicciones.

Quisiera poder acercarme a él, platicar amenamente y conocernos. Pero como siempre me limito a un fugaz intercambio de miradas.

Hace meses que lo vi por primera vez ¿pueden creerlo? ¡Meses! Y lo único que sé, es que se llama Izuku Midoriya y que ama con locura el café con leche.

Tiene que amarlo así ¿quien pediría la misma bebida todos los días, durante tanto tiempo?

Pero aunque no he logrado conversar con él, he notado ciertos rasgos de su conducta, como la delicadeza con la que dobla la servilleta luego de limpiar sus tersos y aparentemente suaves labios, o la forma en la que da pequeños sorbos a su bebida, como si buscase que esta le durase más tiempo del necesario.

Todo de él me atrae, sus ojos soñadores y brillantes, esas mejillas regordetas que me hacen envidiar a Yamada ¿cómo es posible que él si las haya tocado ya?

Suspiró de nuevo, debo concentrarme, se acercan las pruebas de fin de semestre y no puedo permitirme fallar.

La voz del rubio estridente "amigo" de papá, me hace dejar mi lectura de nuevo.

—Toma, cortesía de la casa— Me sorprendió, él le llevó un trozo de pastel a Izuku, éste muy sonrojado trataba de negarse a recibirlo.

—N-no puedo aceptarlo Yamada-San.

—¡Claro que puedes!— casi gritó cantarinamente, dejando el plato en su mesa —Eres nuestro cliente más fiel, después de todo.

Sin dudas agradecí internamente que ese rubio fuera tan altruista, la sonrisa en el bello rostro sonrojado de Izuku se grabó para siempre en mis pupilas, como un tatuaje que al cerrar mis párpados estaba seguro de que vería siempre.

El chico tímido probó nuestro mejor pastel del menú, según papá, aunque él no gustase de lo dulce, como yo. Aunque debo decir, que al ver sus lindos labios con manchas de chocolate, deseé con fuerzas probar ese dulce sabor.

—Diablos, si sigues así te lo comerás con la mirada, Shinso— salí de mi transe, por primera vez en mis 19 años sentí mis mejillas tan cálidas, era inevitable, me sonrojé hasta el alma al ser descubierto en mi nuevo pasatiempo favorito.

—Cállate, ve a molestar a Aizawa a su oficina o algo así.

—Sí, eso lo haré más tarde. A ver, dime ¿te gusta Izuku?

Listo, si pudiera enterrar la cabeza en la tierra cual avestruz, lo habría hecho en ese momento. En lugar de ello, respiré para calmarme y contestar algo mordaz.

—¿A ti no? Es un chico agradable y tranquilo.

—¡Verdad! Quisiera adoptarlo solo para darle pasteles y su preciado café con leche.

Vaya que me han servido estos dos años de carrera, las personas solo necesitan un pequeño impulso para cambiar de dirección y el rumbo de sus deducciones.

Pero tiene razón, me gusta Izuku, todo de él me gusta. Me conozco, nunca me ha llamado la atención una chica, ni siquiera Momo, por quien babean todos en la facultad de psicología o Nejire "la diosa" de la universidad.

Universidad...

¡¿Por qué nunca lo pensé?!

Podría preguntar por el en control académico, quizás podría averiguar a que estudia y con un poco de suerte toparnos casualmente algunas veces.

Sé que es un plan tonto e innecesariamente complicado, pero un acercamiento directo aún está lejos de mis capacidades sociales, mismas que he descubierto que se esfuman al acercarme a él.

Está decidido primero haré una investigación y luego mi primer movimiento, lo conquistaré... Como sea que eso se haga.

—Shinso deja de soñar, ve a ayudarme con el escenario.

Claro, primero debo encargarme de eso. Aizawa insiste en convertir la cafetería en algo más llamativo, y en la esquina del fondo, donde se tenía una vieja rockola, colocaremos un pequeño escenario, para que los viernes se presenten pequeñas agrupaciones de soul, blues o Jazz, la idea me encanta... Quizás, la música también sirva para llegar al pecoso que después de terminar su pastel y bebida se despide con una sonrisa.

Quisiera escucharlo tocar esa vieja guitarra que siempre lleva consigo.

Por primera vez siento mi corazón palpitar con tanta intensidad, es bastante curioso como los niveles de dopamina, feniletilamina y serotonina se elevan cuando estás enamorado.

Incluso Aizawa comienza a notar, la razón de mis sonrojos y "buen humor" aunque agradezco su compasión o falta de ganas de darme una charla al respecto, ya que solo lo veo supirar, yo también lo hice, al ver al pecoso salir de la cafetería.

Por primera vez, me siento ansioso por ir a la universidad de nuevo, solo para saber más del chico con aroma a café.

Mi chico con aroma a café [ShinDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora