4. Atrapados en una misión mortal

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–¡Es una trampa!

–No me digas, genio. Te dije que un cofre sobre un pedestal en medio de una habitación sin seguridad era demasiado sospechoso.

Niego para manifestar mi frustración por la ingenuidad de Julian y por mi falta de criterio al no haberlo detenido a la fuerza.

La puerta por la que habíamos entrado estaba ahora bloqueada por un muro de piedra y la habitación se movía en un constante temblor que nos hacía perder el equilibrio.

–¿Pueden dejar de pelear entre ustedes? ¿Qué hacemos? No podemos hacer un Salto fuera de aquí.

En cuanto Will terminó su reprimenda a nuestro alrededor se abrieron compuertas de donde surgieron criaturas voladoras, insectos zumbantes de un metro de altura, con un gran aguijón en la parte baja de su cuerpo. Eran muy parecidas a las abejas, pero de un color marrón-grisáceo y un tanto repugnantes.

–Tengo la ligera sospecha de que no podemos dejar que nos toque con esa cosa puntiaguda.

Mi reacción inmediata es voltear a ver a Will para quejarme con la mirada de su ocurrente amigo y su tino para los chistes malos, y para mi sorpresa él hace lo mismo en mi dirección.

Ok, es raro pero por primera vez siento que Will y yo somos algo así como compañeros unidos por una... particular persona, que es Julian. Tomando esto en cuenta admito que por un instante surgió una pequeña esperanza de que no me odie tanto como aparenta.

Luego esa esperanza perece cuando chasquea la lengua y se voltea para darme la espalda.

Bien, trato de que no me afecte tanto y me enfoco en la mayor problemática de todas. En apenas un segundo libero mi espada y veo que Julian hace lo mismo, mientras Will se prepara con el arco y flechas para atacar a la distancia mientras lo cubrimos.

Llevamos casi dos meses trabajando juntos; para este punto ya estábamos familiarizados el uno con el otro y teníamos nuestras propias tácticas de ataque, las cuales podíamos adoptar sin necesidad de decir una palabra.

El primer ataque lo lanza Will y su flecha atraviesa el torso de una de esas criaturas. Buen tiro, pero no suficiente para derribarlo, sólo para reducir su Barra de Vida.

Y para nuestra mala suerte, algo horrible pasa.

No recuerdo dónde lo escuché, pero tengo esta frase bien grabada en mi cabeza: "No molestes a las abejas. Si tratas de matarlas, ellas tratarán de atacarte para defenderse".

Demasiado tarde. Ese único ataque provocó que el zumbido de todas las criaturas aumentara su intensidad. Cualquiera podría llamarme loca, pero podía jurar que se escuchaban enojadas y muchas podrían estar soltando insultos en idioma abeja.

Un cosquilleo recorre mi cuerpo y pruebo el miedo en mi siguiente respiración. Cuando pienso que esto no puede empeorar, veo a la abeja que recibió la flecha comenzar a moverse de un lado a otro en el aire, desesperada y violenta, antes de acercarse a una velocidad que me toma desprevenida.

Apenas alcanzo a levantar la hoja de la espada para cortar su cuerpo a la mitad, en diagonal. Y aunque logré acabar con ella, mi falta de preparación me deja en el piso.

La respuesta del enjambre por haber eliminado a una de las suyas es avasalladora, y yo solo quiero gritar y correr fuera de aquí.

–¡EMMA! ¡Arriba! Te necesitamos aquí.

Julian volteó apenas un instante y se dió cuenta de mi condición. Estaba horrorizada y paralizada en el suelo. ¿Qué hacemos? Estábamos acorralados y el zumbido que inundaba mis oídos me ponía de los nervios. No había salida, eran decenas, sino es que cientas, y nosotros sólo éramos tres.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2020 ⏰

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