Capítulo 2

84 16 0
                                    


—–————————————————

———

.

Al terminar el espectáculo que monté a media calle en medio de la oscuridad, causando asi más lástima que un animal herido, me dirigí hacia un lugar donde sé que a estas horas, estará vacío y sería perfecto para mí.

Se ubicaba lejos pero valía la pena, todo sea por romperme a solas.


...

—No

Volverás a lo mismo, es un ciclo, no busques otro rumbo, sabes que no hay más alternativas.

—¿De qué diablos hablas?— murmuré

Sólo renuncia, eso es todo lo que tienes que hacer.

—Jaja ¿No crees que ya es demasiado tarde para eso?

¿Realmente, no notas lo PATÉTICO que te ves verdad?

—¿Y? eso es poco, me importa poco.

Sólo hazlo, renuncia, así te ahorrarás este tipo de disgustos.

—Tampoco soy estúpido

Lo eres

Habla con burla esta molesta voz en mi cabeza. Apuesto a que si tuviera rostro estaría sonriendo.

—Estoy bien, gracias por preguntar, ahora desaparezca—  no conforme con eso, la mujer castaña vuelve a preguntar si me encuentro bien.

—Le he dicho de la forma más educada posible que si y que quiero que desaparezca de mi vista, no necesito de nadie para resolver mis asuntos. Se lo advierto, váyase— le dedico una mirada fulminante mientras le grito, y esta rápidamente se aleja.

Mientras, decido sonreir, mientras me brindo ánimos casi imperceptibles para cualquier sujeto, como siempre lo he hecho, al menos hasta ahora.

Aquellos pasos mudos que la mujer castaña creaba al caminar sobre aquel cristal o más bien huir aterrada a todo lo que da, se volvieron un completo silencio, un silencio que a todos les sería incómodo o incluso aterrador, para mi también lo es o lo habría sido si fuese la primera vez, pero por lo visto ya estoy demasiado acostumbrado.

Con torpeza, asomo más mi rostro casi sonrojado por lo frío de aquel clima hacia aquella vista de lo que parece ser una especie de aurora boreal.

De niño lo describía como un sueño, un anhelo de varios días, varios meses, varios años, 13 para ser más específico. Había estado en la espera de aquel fenómeno tan magnífico y lleno de una tupida pizca de absoluta majestad. Desde los 7 tenía toda clase de ilusiones con ese tema.

Eso despierta una mediocre melancolía en mi.

Extraño los días en los que no tenía que preocuparme por nada. Cuando era feliz, y únicamente debía preocuparme solo por la cantidad de caramelos que consumía o si había recogido todos mis juguetes.

En aquellos tiempos, todo era muy fácil a mi perspectiva, realmente creía que lo tenía todo en mis manos, y pensaba en un futuro donde mi vida sería un buen título para una llamativa historieta de Súper héroe, en donde podía hacer todo tipo de cosas asombrosas, y para eso necesitaba varios recursos importantes, entre ellos ser fuerte.

Soy lo contrario de eso.

Evitando soltar otras lágrimas que sólo representan debilidad, según mi padre y mi consciencia. E ignorando todo lo posible, el frío y mi pasado, me recargo del pequeño cristal templado que sirve como barandilla, y bajo la vista hacia mi lugar natal, una parte del gran centro de Manhattan, un lugar acogedor, con calles hermosas llenas de luz, con atracciones turísticas increíbles y personas maravillosas.

Dicen.

—Se equivocaron de sitio entonces.

—Vaya que si.

—¿Que no se puede estar tranquilo por un solo segundo?— exaltado volteo hacia todas direcciones con la intención de hallar al dueño de esa voz. Y ponerlo en su lugar.

Pero no veo nada hasta que una figura se cruza por debajo de donde me encuentro, por debajo del pequeño mirador. Ahí me doy cuenta de que no habla conmigo.

—También estoy feliz de verte pronto, aja si te extraño a ti también, no sólo a mamá.— hizo una pequeña pausa al notar que un billete se le ha colado del bolsillo de su chaqueta color marrón. Y corrió en su búsqueda.

—Jaja Claro, no estoy diciendo que eres adoptado, no exageres, no no llores ¿Te encanta el drama cierto...? lo suponía. — Se agachó a recogerlo rápidamente, pero este tuvo un terrible accidente.

—¡Cielos! — exclamó acomodándose los lentes. Eso me hizo sonreír para mis adentros.

—Nada, sólo que mis veinte dólares para el taxi se volvieron masa para pan, y no, no compre eso, hablo enserio, literalmente se convirtieron en eso, en masa. Sí, se mojaron... ¿cómo que como? Vale tengo otros, te veo al rato entonces, adiós igualmente.

Colgó el teléfono y se dispuso a caminar dejando atrás al pobre billete, pero decidí abrir la boca.

—¿Estas seguro de que no necesitas esos veinte?— alzo la voz para que el la capte

—¿Eh?...

—–————————————————

———

.

Tenía la finalidad de hacer de esta parte algo triste y se me ocurrió esto, (ni modo).
Demasiado corto pero espero les haya gustado.
Gracias y hasta el siguiente capitulo. No olviden dejar su voto y comentario si les gustó.

Los quiero🌸

DIVINE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora