Song Request. ;; ＢＴＳ

Youngblood. ;; Ｍ．Ｙ

—¡Entonces lárgate! —exclamó el rubio lleno de furia. —Jamás he necesitado de ti, Soona.

La nombrada miró con desprecio a Yoongi y después continuó guardando su ropa en la maleta que tiene a medias en la cama. Yoongi después de haber mostrado su molestía, se sentó en el suelo y miró todas las acciones que la cabellos cortos empleaba.

—Yoongi... déjame en p...

—¡Tú déjame en paz!. —interrumpió poniendose de pie y enfrentado a Soona. —Lárgate, y busca una mejor vida. Incluso, busca un nuevo novio, uno que te dé la felicidad con la que sueñas; pero, te admiro algo, nadie tomará mi lugar.
Nadie llenará el vacío que tendrás una vez que salgas de este basurero. —terminó y salió de la habitación.

Soona se quedó en silencio unos segundos, sus labios temblaban, su respiración era entrecortada y sus ojos comenzaban a tener pequeñas lágrimas. El suéter que sus manos sostenían cayó al suelo y cuando bajó para tomarlo, finalmente rompió en llanto.

Su cabeza dolía porque no era la primera vez que lloraba en todo el día, ni en toda la semana, ni siquiera en todo el mes.
Lleva varios días sin dormir y su alimentación no ha sido la mejor.

Soona está destrozada física y emocionalmente.

Yoongi también, no hay que hacer de menos su situación; él lleva varios días y noches viviendo en el primer bar que se le atraviesa con tal de no regresar a su departamento y no saber que decirle a Soona.

La relación de estos dos nunca ha sido ejemplar; tenían sus altas y sus bajas, a veces eran más de la últimas.

Se conocieron en un bar, después de que Yoongi golpeara a un guardia que le pidió salir por el alboroto que comenzaba a causar al este haber perdoooon otra apuesta; desde el principio todo señalaba al rubio como una mala opción.
Soona, le ayudó a salir de ahí. Para después ayudarle a limpiar la sangre que comenzaba a salir de sus nudillos; cosa que, sin saber exactamente como, terminó en un par de besos atolondrados.

Pero no pasó de ahí, incluso ya no se vieron después de aquella noche, ni siquiera se vieron con la curiosidad de buscarse o de saber cuál era su nombre y porque razón terminaron coincidiendo.

Solo lo dejaron pasar, y sin saber, esperaron a que llegara su nuevo encuentro.
Esta vez, pacíficos y sin alcohol en su organismo.

Soona en ese entonces tenía largos cabellos rojizos que resaltaban las pecas de sus mejillas, su cuerpo de también era delgado, solo que no lucía una apariencia enfermiza, ni mucho menos triste.
Los sábados pasaba su tiempo paseando y tomando fotos de todo lo que se cruzara en su camino; incluyendo a Yoongi y su perro que al ladrar asustó al gato que miraba el anaranjado cielo.

En ese momento, el rubio rió y celebró el acto de su perro, después continuó caminando.

Soona lo reconoció al instante, y después de dudar varios minutos en si debería ir a saludarle o continuar con su camino, dió la vuelta y tomó camino lejos del rubio.
Durante varios minutos giró la cabeza para ver si aún seguía él cerca, pero todas las veces que lo hizo ya no había nadie. Entonces, su arrepentimiento comenzó a crecer cada vez más que ahora cada paso que daba se maldecía entre dientes: —Debiste hablarle. —se repetía una y otra vez.

Soona llegó al siguiente destino que había dispuesto para ese día; alguna vez, saliendo con sus amigos, conoció un café con pinta un tanto hogareña. La cuál, de inmediato le recordó a los días en los que visitaba la casa de su abuela.
El café y los postres eran tan deliciosos, que Soona salía casi reventando de ahí. El establecimiento estaba tranquilo, como de costumbre, la música que sonaba levemente le hacía sentir a Soona que podría dormir ahí mientras era arrullada por el dulce sabor de la gallate qué pidió mientras esperaba que su pedido estuviera listo; pero al ver a Yoongi entrar, su corazón sintió que lo arrollaba un tractor.