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Multitud de chasquidos inundaron el aire, al volverse, vieron a muchos de los insectos gigantes caer al suelo, con antenas y alas vibrando.
-Lo siento mucho - dijo el Doctor afligido.
-¿Qué les pasa? - preguntó Ámbar, apartándose el flequillo mojado de los ojos.
-Su existencia es más limitada que la de los insectos normales. - dijo el Doctor.
Así quedó alfombrado el suelo, con los cuerpos de aquellos, que en un último acto, habían salvado al planeta de la Muerte Verde.
-Supongo que los monjes volverán poco a poco - comentó Ámbar, paseando la vista por la estancia.
-Sí, supongo que sí. Espera aquí, tengo algo que hacer - dijo el Doctor, saliendo disparado.
Ámbar se encontró sola en medio de aquel caos, fue paseando entre los cuerpos de aquellos insectos, apaciguando aquellos que aun se removian en sus últimos momentos.
Caminando, encontró una salida. Sin sentir deseo alguno de volver a aquel centro de muerte, resolvió salir a la luz.
Fuera, habían muchos monjes, de muchas razas;todos alarmados y temerosos.
Una cabina azul estaba en medio de la muchedumbre. Ámbar se alegró un montón de ver la Tardis.
Se abrió la puerta, y salió el Doctor, con otra persona. Desde esa distancia no podía ver mucho, habian demasiada gente.
-¡Arrestadla! - gritó alguien
-¡Quietos!. Mira otra vez - dijo el Doctor.
El monje lo hizo, había estado tan seguro... pero aquella joven no era Zentha. Estaba mugrienta,pero la diferencia estaba en sus ojos.
Los de esta joven, eran amables, parecía asustada, pero después de los acontecimientos, ¿quién no lo estaría?
Ámbar se abrió paso entre los monjes, hasta llegar junto al Doctor y la joven.
No podía ser, ¿o si?. Ante ella estaba Zentha, pero no era ella... Era, ¡Tizne!
El Doctor la había salvado, él le guiñó un ojo.
-Pero, ¿cómo? - preguntó Ámbar
-De que sirve tener una máquina del tiempo, si no puedo saltarme las normas de vez en cuando - dijo el Doctor despreocupadamente, sonriendo - ahora tienes mucho que hacer, estos monjes te necesitan - le dijo a Tizne.
-¿Porqué yo? - preguntó la chica confusa.
-Por tu linaje - contestó un monje - tu familia siempre nos ha guiado, el título se transmite de madre a hija. Pero tu madre tuvo gemelas, no sabiamos que hacer. Elegimos.
-Mal - dijo el Doctor, severo.
-Si, ahora nos damos cuenta. No volverá a pasar. - dijo el monje apesumbrado.
-Más os vale. Nos vamos. Tizne, haz que se porten bien. Vamos, Ámbar, hay mucho universo que ver.
          
                                                      FIN

Muerte VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora