La Canción

1

En el centro del vórtice temporal todo puede pasar, ya que el tiempo fluye en todas direcciones a la vez. Si tienes suerte de tener una máquina del tiempo y el espacio, tal vez te sientas seguro.
              - La Canción -
Llegó suavemente, una música lejana, tan triste, tan conmovedora que incluso las estrellas lloraban.
-Doctor, ¿qué es eso? - preguntó Ámbar escuchando muy atenta.
-Los motores de la Tardis, ya deberías saberlo - contestó el Doctor, sin cesar de manipular los controles.
-No, eso no. Parece una canción - comentó Ámbar - es muy triste.
-Un eco. En el universo hay muchas canciones, todas convergen aquí, en un momento u otro - dijo el Doctor encogiendose de hombros.
Una espiral de luz se abrió en el centro de la Tardis, brillando cegadora en blanco y azul, girando en el sentido de las agujas del reloj. Crecía sin pausa pero sin prisa, cuanto mayor tamaño tenía, más nítidos llegaban los acordes de la melodía.
Ámbar distinguió una guitarra, a través del portal veía fragmentos inconexos:unas gafas oscuras, un traje negro, una tristeza hecha viento; ondulandose, expandiendose hasta abarcar todo el torbellino, amenazando con ahogarlos.
El Doctor miraba aquel agujero, un desgarro en el tejido de la realidad, lleno de asombro y pavor. No podía ver lo que su amiga veía, pero entendía más que ella.
La presencia del otro lado se detuvo, asomándose casi tímidamente por la ventana abierta. Tras un momento de sorpresa, se retiró, comenzando a tocar otra vez.
El portal trataba de absorberlos, de arrastrarlos.
-¡Agárrate fuerte! - exclamó el Doctor, aferrándose a una barra.
Ámbar dió un paso vacilante, oh, la canción era tan triste, deseaba tanto unirse a la melodía...
Sacudió la cabeza, tratando de despejarse.
El vórtice crecía por momentos; las palabras del Doctor le llegaron como en un sueño, tan lejanas... Fue a agarrarse a algo, fallando por poco; el torbellino azulado la engulló.
-¡Noooooooo! - exclamó el Doctor, quedó el resonando el grito por toda la Tardis.
Al instante todo cesó, el vórtice se cerró silenciosamente, como si nunca hubiese estado allí, dejando al Doctor solo, frustrado y furioso.
Sobreponiendose, se puso en pie de un salto y comenzó a presionar botones como un loco. Iba a encontrar a Ámbar.