— Vamos, idiota, te estoy hablando en serio, ¿qué tienes en contra de mi Kimmon? Él solo quiere ser tu amigo y tú lo rechazas.
Singto arqueó una ceja y volvió a darle una última mordida a su sándwich, sin hacerle caso en absoluto. Había empezado con sus estupideces de nuevo. Se acomodó mucho más en el sofá de la sala y estuvo a punto de colocarse los audífonos cuando la almohada impactó contra su rostro. Pedazo de mierda.
— No me jodas ahora, ¿sí?
La escuchó soltar un grito agudo y revolverse de rabia, aunque tampoco le interesó. Sus ojos se desviaron inconscientemente hacia la cocina y se presionó el labio inferior con los dientes, echándole luego un vistazo a su nuevo celular.
— Deja de ver tu maldito porno y guárdatela para más tarde. Solo quiero que me digas qué tienes contra mi novio, ¿te ha hecho algo o qué?
Se colocó los audífonos, ignorándola. Si no fuera su sangre, de seguro la mataría.
— Mon me dijo que fuiste un asco con él allá en la conferencia, que ni siquiera aceptaste comer con él y que le contestaste de la peor forma.
Exhaló con fuerza, volviendo sus ojos hacia la cocina y solo encontrándose con su vieja empleada, que caminaba de un lado a otro arrastrando los zapatos.
— No capto por qué eres así con él, ¿es que te molesta tanto mi felicidad?
Apretó las mandíbulas y se giró hacia ella, enfrentándose con su áspera mirada.
— Escúchame bien, hermanita, porque no voy a repetirlo otra vez — hizo una pausa, humedeciendo los labios — No es mi problema que tu noviecito sea un pobre maricón que tenga que estarle dando quejas a una tipa sin neuronas como tú.
La muchacha se levantó de su asiento, colocando el grito al cielo.
— No entiendo qué te ven todas, si eres un asqueroso cerdo. No tienes nada de guapo y te comportas como un patán...
Dejó de mirarla y movió los ojos hacia la cocina, elevando ambas cejas cuando notó que lo que estaba buscando salía hacia la sala con pasos rápidos, marchándose de la casa con la misma rapidez. Singto no tardó ni veinte segundos en levantarse también y salir directamente hacia la calle, ignorando los ruidosos gritos que su hermana lanzaba cada cuatro segundos.
— ¡Singto, imbécil! ¡No me dejes hablando!
Cerró la puerta de un golpazo y se pasó la mano por el cabello, caminando apresuradamente hacia Krist, tomándolo del brazo con brusquedad y apegándolo hacia su cuerpo en un solo y rápido movimiento.
— ¿A dónde crees que vas sin mi permiso?
El menor se tambaleó y abrió los ojos con sorpresa, sonriendo aliviado al darse cuenta que era él. Su rostro lucía más tentador que nunca; las gotas de agua cayendo de su húmedo cabello, deslizándose por la curva de su cuello hasta aterrizar en su camiseta verde claro. Singto se quedó mirándolo, ignorando el cargoso ruido del tráfico y de los transeúntes.
— A comprar — Krist se encogió con una de una de sus brillantes sonrisas, al tiempo que el mayor lo soltaba — Buenos días, Sing.
— ¿Vas caminando?
— Iré solo al supermercado que queda a dos cuadras, está muy cerca. Creo que tengo diez minutos para hacer las compras.
El sonido de las bocinas aumentó y el calor de mierda le quemaba todo el rostro. Había sido una pésima idea el salir a estas horas del día. Singto siguió caminando con Krist a su lado, echándole una mirada de reojo.
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Inocencia Pasional [SingtoxKrist]
Ficțiune adolescențiHay cinco cosas que vuelven loco a Singto. 1.- La forma en la que el rostro del inocente de Krist se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2.- Como Krist desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3.- Cómo Krist se resi...