Capítulo 36: Reloj

553 118 13
                                    

Krist terminó de colocar el mantel sobre la mesa con muchísimo cuidado y sacó unas cuantas velas aromáticas más de la bolsa, ubicándolas una detrás de otra sobre el suelo de la biblioteca, haciendo un camino hacia la puerta. Se había gastado casi toda la mitad de su sueldo en esto, pero no importaba; todo valía mucho la pena. Había pegado enormes corazones en cada rincón de la habitación y colgado globos de diversos colores y formas alrededor de las paredes, uniéndolos todos con un cartel que cantaba "¡Feliz Cumpleaños 24, Singto!" a letras gigantes y coloridas. Se detuvo un momento, mirándolo todo con ilusión. Todo lucía impecable y listo para esa misma noche. Las velas, los globos, los corazones, el cartel, el mantel, las bebidas, los adornos, todo. Después de la cena con el anuncio de su relación, lo traería acá a disfrutar de todo esto y a contar los segundos hasta que el otro día anunciando su cumpleaños llegase. Solo pensar en todo lo que se venía el día de hoy le causaba unos nervios que subían rápidamente de su espalda hasta su cuello y le hacían cosquillas por toda su columna vertebral.

Sacó el celular de inmediato y sonrió con más fuerza.

— ¿Aló, Tay? Creo que he acabado. Solo falta sacar el pastel del horno, hacer el espagueti y todo estaría listo — río contra el teléfono, todavía suspirando - Sí, tomaré muchas fotos cada cinco minutos y te las enviaré.

Susurró unas cuantas palabras más y lo guardó otra vez, encogiéndose ante las corrientes de nerviosismo y entusiasmo que lo sacudían de pies a cabeza. Estaba tan alegre y emocionado que no podía mantenerse en un solo lugar sin moverse. Caminó hacia la sala de estar, cruzando todos los pasadizos y deteniéndose frente a la cocina, mirando todo lo que ocurría con atención. Un grupo de muchachos uniformados se encargaban de llevar enormes cajas de bebidas hacia la cocina y otro grupo, daba órdenes cada cinco segundos a una fila de muchachas que alistaban todo al máximo. Su corazón estuvo al borde de volcarse al pensar en lo que sucedería esa misma noche cuando Singto lo confesase todo a su familia y su cuerpo volvió a sacudirse y no pudo evitar colocarse las uñas sobre la boca.

El día anterior había estado al borde de caer cuando escuchó la decisión de Singto y se había opuesto durante veinte minutos, pero finalmente lo había entendido. No podían seguir ocultándose más y lo mejor sería decírselo a toda su familia. Aquello solucionaría todos los problemas, ¿verdad? Sí, confesárselo a todos era la mejor alternativa. Su corazón latió con más fuerza, pero se tranquilizó al recordar todo lo ocurrido la noche anterior; solo recordar la forma en la que ambos habían bailado juntos durante toda la noche le transmitía demasiada seguridad. Solo recordar la sonrisa de Singto junto a la suya, su risa cálida, sus ojos iluminados y sus manos alrededor de su cintura. Salió de sus pensamientos al ver cómo la puerta del estudio principal se abría de golpe, palideciendo y haciendo una nerviosa reverencia cuando el padre de Singto salió precipitado hacia la salida, pero recuperando nuevamente el color al ver a Singto salir después.

— ¡Sing, ya habías llegado a casa!

Singto se quedó tieso junto a la puerta del estudio. Las gotas de sudor se acumulaban alrededor de sus ojos marcados y descendían hasta su dura mandíbula, perdiéndose en los músculos tensos de su cuello.

Inhaló lentamente, mirándolo.

— ¿Qué sucede?, ¿tu padre te ha dicho algo?

Deslizó sus ojos a través de la habitación y luego volvió a asentar su mirada en él.

— Nada — su voz sonó algo rasposa y una media sonrisa torció lentamente sus labios — Nada importante, Krist.

Krist suspiró y sonrió al escucharlo, corriendo hacia su lado para sujetarlo del cuello con ganas y moldear sus labios contra los suyos, pero fue separado rápidamente por Singto, que lo tomó de los hombros con firmeza. Sus ojos seguían mirándolo con esa misma vacía y perdida expresión de hace segundos.

— Se lo diré hoy, frente a todo el mundo, quiero que lo sepan de una vez.

— Sigo pensando que no se lo tomarán bien, Sing, pero como te he dicho ayer, si tú crees que es hora de decírselo, no puedo estar más de acuerdo y te apoyo con todo mi ser.

— Es mi vida. Les sorprenderá, se retorcerán un poco, les joderá, pero luego lo aceptarán — Singto movió sus dedos hacia su barbilla, tomándola sólo por algunos segundos — ¿Cómo crees que alguien no podría aceptar a alguien tan encantador como tú?

— ¿Y si no lo aceptan a pesar de todo?

Singto apretó más las mandíbulas, haciendo crujir sus dientes y colocando más fuerza en el agarre a sus hombros.

— Si no lo aceptan, te vienes conmigo.

Los ojos de Krist se abrieron de golpe y la respiración se quedó atrapada en sus pulmones.

— ¿Irme contigo? ¿A dónde?

— No lo sé, todavía no lo sé. Podría ser a cualquier lugar, a cualquier parte, ¿tú te vendrías conmigo o no?

Su mirada se colmó de nerviosismo y emoción, mientras su corazón empezaba a latir con la misma fuerza de antes, disparando chispas a cada rincón de su cuerpo. Asintió muchas veces con la cabeza, luchando por encontrar la voz en su garganta.

— Por supuesto, Sing, me iría contigo a donde sea, a donde tú quieras, no importa dónde, mientras esté a tu lado, todo está bien — inhaló todo el aire necesitado — Por cierto, tengo una sorpresa para ti.

Singto colocó una media sonrisa algo tensa y volvió a hacer chocar sus mandíbulas, suavizando el agarre sobre su piel.

— ¿Una sorpresa para mí? Quiero saber qué es — sus ojos encontraron los suyos de nuevo y su rostro perdió toda expresión — Hablando de sorpresas, creo que todo el mundo se llevará una sorpresa con lo nuestro.

Los rasgos de su rostro se hicieron más duros y los tendones de su cuello retemblaron, tensándose todo lo que podían, mientras sus manos seguían sujetas a sus hombros y sus ojos se acercaban todo lo posibles a su rostro.

— Asegúrate de estar esta noche presente en la sala, no te muevas de ahí durante la cena, ¿entiendes? No te muevas, Krist, quiero que lo escuches bien.

— No me moveré, estaré allí escuchándolo en todo momento.

Su respiración contenida se desató en un aspiro rápido y violento y sus manos volvieron a su barbilla, apretándosela entre el dedo índice y el pulgar.

— Pase lo que pase, no te muevas durante toda la cena. Quiero que escuches cuando lo diga. Mandaré al diablo su matrimonio y diré que quiero estar contigo, que te amo, que estoy loco por ti. Quiero que lo escuches perfectamente para que no te quede ninguna duda.

— Sí, estaré ahí y no me moveré pase lo que pase. Así se derrumbe el mundo, estaré ahí, Sing. Te amo y todo saldrá bien.

— Yo también a ti, Krist, te amo mucho, demasiado y eso lo verás esta noche.

Krist cerró los ojos con suavidad y se impulsó para besarlo, pero Singto lo retuvo con fuerza, solo rozando sus labios, mientras las gotas de sudor caían por su frente y resaltaban cada uno de los músculos densos y rígidos de su cuerpo.

— Falta poco tiempo para que el mundo lo sepa y creo que es la mejor decisión que he podido tomar. No hay nada como estar contigo.

— Estaré ahí, a tu lado, no me moveré pase lo que pase, porque tampoco hay nada como estar contigo, Sing — Krist sonrió con los nervios sacudiéndole el cuerpo y el corazón latiéndole a mil por hora — Esta noche...

Singto solo siguió mirándolo fijamente y las esquinas de sus labios se curvaron en una sonrisa, pero volvieron a enderezarse al segundo siguiente.

— Esta noche.

El tiempo estaba corriendo.

*

*

*

Preparen pañuelos para el siguiente cap TT. Comenzó el drama de la historia. 

Inocencia Pasional [SingtoxKrist]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora