1

93 26 2
                                    

—Buen viaje, hija—dice mi madre—¿De verdad es necesario que estudies tan lejos?

—Atlanford es el mejor instituto de la zona, mamá. Estaré bien—le dije sonriendo abiertamente.

—Cuídate mucho. Tu vuelo es el 420—dice para luego darme un fraternal beso en la mejilla.

Iba a extrañarla tanto.

Pero esto era algo necesario.

La bocina del aeropuerto emitió un par de sonidos entrecortados pero deduje que era mi turno de subir al avión pues muchos pasajeros se movían en una sola dirección y en la pantalla estaba escrito 'Vuelo 420'

Me despedí de mi mamá asegurando que le avisaría cuando llegara.

Ella estaba preocupada. Y lo entendí pues soy su única hija.

Después de largos minutos de espera por fin subí al avión. Me ubiqué en la parte media y me preparé para una larga siesta cuando mi tranquilidad se vio afectada por la interrupción de un chico de aproximadamente catorce años ubicado a mi lado.

Ahg.

—¿Viajas sola?—pregunta el fastidioso.

—Sí—dije con una notable nota de hastío.

—Yo también. Si quieres podemos hablar mientras...—dejé de escucharlo y me dediqué a repasar mentalmente mi plan.

Era hora de destruir a los Foster.

Y de eso me encargo yo.

Horas después aterrizó el avión y finalmente llego a Seattle. Emma, una incondicional amiga, me recibió en el aeropuerto con un cartel que llevaba mi nombre escrito en él.

—¡¡APRILLLL!!—grita mi amiga al verme—por fin llegas, llevo horas esperándote. Tenemos tanto de qué hablar. Vamos a mi departamento. Pasarás un par de días ahí—la rapidez con la que dijo todo me abrumó un poco.

—¡Hey, tranquila!—dije calmándola—¿Cómo nos vamos?

—Un amigo vendrá por nosotras, tengo que marcarle.

En su bolso de mano buscó su celular, lo sacó, encendió la pantalla y marcó el número que, supuse, era de su amigo.

—Hola Alex, ya estamos aquí...sí...¿10 minutos?...oh, estás cerca...de acuerdo, te esperamos—dijo y con ello colgó.

Unos minutos después llega su amigo. Un chico, aparentemente, de unos 19 años, rubio y con ojos verdes. En otras circunstancias me hubiera embelesado por su atractivo físico, pero ahora no puedo pensar en otra cosa que no sea mi objetivo.

Y tú, Foster, eres mi jodido objetivo.

***

Me desperté tan súbitamente que casi me caí de culo. Emma estaba parada al pie de la cama con una bocina en la mano que, supongo, ocasionó el alarmante sonido que me hizo despertar como gallina loca.

—¡Hora de despertarse! Tienes que ir a la confirmación de la inscripción—dijo con una nota de emoción mientras yo la fulminaba con la mirada.

—¿Qué carajos...?—dije confusa y un poco aturdida.

—La confirmación, April—dijo como si fuera obvio.

—¿Se tiene que confirmar algo?—dije absorta a la situación y aún más confusa.

—Sí.

—Oh, mierda. Ya me levanto. Ah, buenos días—dije con una sonrisa amable.

Una hora después ya estaba en el famoso Instituto de Atlanford. Desde donde estaba se veía inmenso y lo era. Luego de que confirmara la inscripción uno de los empleados de limpieza se ofreció a darnos un pequeño tour por las instalaciones a Emma y a mí, claro, a pesar de que ella sabía absolutamente cada espacio de la universidad.

Todo era totalmente hermoso, una completa belleza arquitectónica. Se conformaba de seis edificios perfectamente pintados; dos canchas con hermosos pastos ubicados en el campus; esculturas de, supongo, algunos superiores de la universidad; algunos centros de comida, medicinas, libros, ropa y varios lugares para descansar.

Dios santo, cuanta formalidad para un lugar lleno de secretos.

Terminamos el mini tour y el señor se tuvo que retirar. Emma se ofreció a enseñarme las residencias universitarias.

—Todos los estudiantes tenemos que compartir nuestro departamento con otro alumno. Natalia, la que era mi rommie, se dio de baja de la universidad hace algunos días y aún no me han asignado otro compañero de departamento. Podemos hablar con los superiores para que permitan que compartamos éste. Seguro te iban a colocar con los nerds. Tú decides.—dijo Emma con una sonrisa de boca cerrada. Por supuesto que iba a aceptar.

—¡Claro! Me encantaría vivir contigo, Emma— dije.

—De acuerdo, hablaré con la señorita Eleanor.

Me le quedé viendo confusa y al parecer lo notó.

—Oh, cierto, no sabes quién es. Eleanor es una superior...algo así como una coordinadora encargada de administrar los bloques donde nos alojamos los alumnos—dijo con cara de analítica.

—Ah, de acuerdo.

—Bueno, April, nos tenemos que ir. El lunes empiezan las clases para ti, iremos a buscar un outfit perfecto para tu primer día—dijo con una notable emoción.

Hoy es sábado...faltan dos días para verlo.

No puedo esperar para conocerte, Matthew.

FOSTER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora