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Matthew

Lo primero que vi en sus ojos fue decepción. Y no, no hablo de la chica nueva, sino de Emma. Me miraba con una frialdad abrumadora como si hubiese hecho algo terriblemente mal ó la hubiera decepcionado a tal punto que sólo podía hallar repulsión en sus hermosos ojos grises.

El chisme de que le habían dado un pelotazo a una mongólica en el campus se había regado por toda la universidad así que me dirigí a la enfermería para comprobar que ella estaba bien, pues Gregory me comentó que Emma estaba en la cancha de fútbol en ése momento, pero la que tenía una gasa cuidadosamente pegada a la cabeza era April.

Sentí alivio al ver a Emma ilesa, sin siquiera algún rasguño. Yo me sentía feliz al verla bien, pero ella, por el contrario, me miraba con desprecio. Un desprecio que no tuvo la intención de ocultar.

Se colgó su mochila y cuando pensé en hablarle fue April la que rompió el silencio.

—¿Qué haces aquí?—dijo con desagrado al verme. ¡¿Acaso tenía mierda en la ropa?!—¿Vienes a verme?—preguntó con confusión mientras fruncía el ceño con su típica cara de frialdad inagotable.

—Ya quisieras.—dije mientras la miraba con desinterés-Vengo a ver a Emma—me giré hacia la rubia y antes de poder darle un tierno beso en la frente como de costumbre se giró, tomó a April de la mano, me dio una última mirada de desprecio y salieron de ahí dejándome anonadado y solo con el asfixiante olor a alcohol.

Yo podré tener belleza, un ego muy alto, unos cuantos secretos, y algunos demonios...¡¡Pero no tenía un carajo de paciencia!!

Esta chica nueva me estaba complicando las cosas con Emma y repito, no me importaba tanto lo que sucediera con ella, sólo es que nunca me había rechazado.

Desde pequeño siempre he sentido curiosidad por saber todo...y esta situación no sería la excepción. Sabía cuando alguien guardaba un secreto, pues yo era experto en eso, y esa chica nueva guardaba uno.

Primera misión del año: descubrir qué demonios guardaba esa chica y por qué se portaba así conmigo.

Requisitos para lograrlo: Nuevas técnicas de manipulación.

Salí de la enfermería con todo un semi-plan estructurado en mi cabeza. Debía acercarme a ella, utilizar a Emma para eso estaba en mi plan...pero ahora se estaba alejando.

Estaba solo en eso.

Y me encanta hacer las cosas sin acompañantes.

Me dirigí a uno de los centros de comida y dulces. Compré dos cajas de bombones de chocolate y me senté en el campus para admirar a hermosas chicas jugando tenis.

¿Creían que eran para ellas? No. Para ellas tenía algo mejor. Para ella, mejor dicho.

***

Después de varios días y largas investigaciones que requirieron de horas descubrí un par de cosas sobre April, no tan importantes, pero algo es algo.

Tiene 17 años, nació en el 2002. Vivía en California con su muy religiosa madre, Magdaline. Su padre, Luca Adams, murió de un infarto fulminante que acabó con su vida cuando ella tenía nueve años, fue una etapa tortuosa en su vida, por lo que requirió a psicólogos profesionales por algunos meses.

Su adolescencia fue bastante normal. Nada de trastornos, asesinatos, eventos ilegales...aburrido.

Cuando terminaba de hackear sus documentos personales hubo algo que llamó mucho mi atención. Una foto suya de cuando tenía aproximadamente ocho años.

En la fotografía se veía una pequeña April con dos coletas; una a cada lado de la cabeza y un poco torcidas; una sonrisa llena de vida en la que se veían sus perfectos dientes; sus lindos ojos color verdes; algunas pecas que casi ni se notaban sobre su nariz; su piel tan blanca como la nieve y sus orejitas ligeramente enrojecidas. Lo que me llamó la atención no fue nada de eso, sino el dèjá vu que sentí al ver la fotografía junto con una sensación de familiaridad que no desapareció por largas horas que estuve ocupado.

Y ahí estaba yo, Matthew Foster, sin nada mejor que hacer que estar husmeando documentos privados de esa chica que no me interesaba mucho y era sumamente odiosa y repulsiva.

Salí de la habitación de mi departamento que, gracias a mi padre, no compartía con nadie. Digamos que llevar el apellido Foster tenía ciertos privilegios en el instituto.

Le marqué un par de veces a Emma pero no atendió así que llamé a Penny, necesitaba mi dosis del día.

***

Penny se acostó a un lado mirando en dirección al techo con la respiración acelerada mientras que sus pensamientos estaban en otro lado. Sólo se escuchaba la tormenta que golpeaba con mucha fuerza los vidrios de la ventana. Ya había comenzado el frío y triste invierno.

—Matt...—dijo mientras se volteaba hacia mí-mírame.

Le obedecí y la miré a los ojos.

—¿Sí?

—¿Por qué sólo me llamas para...—respondió viendo nuestras piernas enlazadas—esto?

Eso me sorprendió. La linda Penny siempre había estado dispuesta para eso sin hacer ningún tipo de objeción, no esperé que tan rápido querría la historia de un príncipe azul.

—¿Quieres que te llame para otras cosas?—pregunté mientras le quitaba un mechón de cabello que tenía pegado al rostro por el sudor. Le di una sonrisa maliciosa, típica en mí.

—Pues...podemos salir a comer, tener citas ó hacer actividades de interés para los dos—respondió con una clara emoción mientras se sentaba cubriendo sus pechos con la blanca sábana.

No quería sonar muy cortante, pero tampoco ilusionarla con palabras hermosas estaba en mis planes. Así que le di un tierno beso en la frente, y me levanté al mismo tiempo que decía:

—Luego hablamos de eso, ¿Sí?—cogí mi toalla, mi celular y me dirigí a la salida—voy a bañarme.

Fui al baño al mismo tiempo que tarareaba una canción de un comercial de pañales desechables para bebés. Coloqué el celular en el lavamanos y la toalla en un gancho cerca de la ventana.

Me preparé para darme un baño y cantar mis canciones favoritas de rock cuando escuché un par de disparos.

Sí, disparos.

Salí de la ducha antes de abrirla. Me coloqué la toalla, cogí el celular y justo cuando abrí la puerta me paralicé al ver el color carmesí de la sangre.

Manchas rojas adornaban el mármol del piso. Caminé hacia la habitación y vi a Penny.

Mierda.

Tenía una herida en el pecho y de ella brotaba sangre sin control.

Mierda.

No tenía pulso, estaba muerta.

Mierda, otra vez.

Antes de hacer cualquier cosa que haría en una situación como esa encontré un sobre en el piso, la levanté de ahí y con los dedos temblando abrí la nota que estaba dentro de él.

«Estoy más cerca de lo que crees»

No...

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2020 ⏰

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FOSTER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora