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¿Creyeron que mi asqueroso primer día de clases en Atlanford terminó así? Pues no, aún siguen las desgracias.

Y el día empeoró con una nota de advertencia.

Emma me acompañó hasta el campus luego de salir de la clase de literatura, a la que, por cierto, no le había prestado nada de atención por andar durmiendo. Fuimos a una de las tiendas, pidió una bolsa de doritos, nos sentamos en uno de los bancos de la cancha principal y nos dedicamos a hablar mientras devorábamos las tortillitas de maíz frito.

—¿La clase estuvo bien? Me quedé dormida—dije un poco apenada.

—No te preocupes, le dije al profesor que sufres de migraña.

—Ah, ¿Gracias?—dije no tan segura de saber si lo que había dicho estaba bien o no.

Estuvo a punto de responder cuando una chica pelirroja no tan alta con lentes se acercó a nosotras y la interrumpió.

—Oh, disculpa por interrumpir...—le dijo a Emma avergonzada—Me llamo Carla, curso el primer semestre de educación y tengo la obligación de hacerles una invitación que no pueden rechazar. Hoy, a las 7:30 de la noche habrá una fiesta en la sala de usos múltiples. La estuvieron organizando los Foster—asqueroso apellido—por semanas con el motivo de celebrar el comienzo del año escolar en el instituto. Sí, las clases comenzaron hace unas semanas, pero requerían tiempo para elaborar perfectamente la reunión. La fiesta contará con comida para comprar, algunos juegos de azar y otras sorpresas que, los chicos aseguran, serán fantásticas.—sacó de su bolso un par de tarjetas con decoraciones de diversos colores y nos brindó dos—Si van a asistir deben avisar al número que está en la tarjeta. Ya me tengo que ir, no falten, bye.—dijo y con ello se fue.

Emma y yo nos miramos y luego clavamos la vista en las tarjetas. Eran pequeños rectángulos con toda la información de la fiesta. En ella estaba el lugar, la hora, los detalles sobre las ventas de comida, apuestas y otras decoraciones llamativas.

Se me ocurrió una brillante idea para, por fin, comenzar a llevar a cabo mi plan.

Gracias chica pelirroja y enana.

¿Irás a la fiesta?—le pregunté mirando la tarjeta.

—Iré si tu vas también.

Carajo.

—Oh, claro. Estaremos allá—mentí. La verdad haría cualquier cosa para no asistir. Tenía cosas mucho más importantes que hacer.

Terminamos las otras dos clases que seguían luego del descanso y fuimos al departamento. Emma me prestó su laptop para investigar las biografías de los escritores que el profesor había dicho en literatura. Al cabo de unas horas le dije que me dolía mucho el estómago y no quería andar indispuesta en la reunión. Ella estaba tan emocionada que decidió asistir sin mí. Llamó al número de la tarjeta para confirmar su asistencia y se dio un último vistazo en el espejo.

—¿De verdad me veo bien?—preguntó con pena.

—¡Claro! Te ves realmente preciosa—respondí. Se veía hermosa. Llevaba puesto un vestido casual color vinotinto y sandalias que hacían juego con él. Y ni hablar de su cabello, ondas resaltaban su cabello totalmente rubio.

La llevé hasta la puerta y a duras penas tomó su bolso por la rapidez con que la arrastré hasta la salida.

—Yo tomaré una pastilla para los gases y luego dormiré un rato. Ve con cuidado, adiós.—dije cerrando la puerta en su cara para así no darle la oportunidad de contestar.

En cuanto cerré la puerta corrí disparada a mi habitación. Tenía cosas que investigar. Cogí la laptop que reposaba en la cama aún encendida y la coloqué sobre mis piernas. Empecé a buscar en google información sobre la familia Foster pero, como era de esperarse, no obtuve muchas respuestas así que intenté en redes sociales. Emma tenía sus cuentas abiertas y accedí a Instagram, Facebook y Twitter.

¡Bingo!

Emma y Matthew eran amigos en Facebook, por lo tanto, fue rápido y fácil encontrarlo. En su perfil habían algunas publicaciones y enlaces sobre las empresas de periodismo y finanzas de su familia. Observé y leí todas las opciones pero no hubo nada que no supiera ya, ó eso creí hasta que encontré un link que llevaba a otro y luego a otro más hasta llegar a una de las cuentas de una de las empresas. En ella habían un par de cartas de deudas financieras. ¿Tenían deudas? Al parecer sí.

En resumen la carta decía

Asunto: Cuenta de cobro.

Un cordial saludo al señor William Foster.

Puesto que a pesar de nuestras reiteradas cartas, usted no ha dado respuesta alguna y su deuda sigue sin ser cubierta, lamentamos informarle que el próximo 15 de octubre pasaremos su cuenta a nuestros abogados.

Mucho lamentamos, igualmente, que se vea afectado su prestigio comercial con la cancelación de su crédito con nosotros. Póngase al día y disfrute de los beneficios del crédito final con la empresa FinanceFoster.

Atentamente.
Travis Daniels
Departamento de economía.

Wow...

Con que tenían deudas con otras empresas...pero no muchos lo sabían...

¿Será que...?

Unos golpes a la puerta del departamento interrumpieron mi pregunta mental y fui a ver quién era. Quizás un amigo de Emma, yo no conocía a mucha gente de ahí ó tal vez alguna persona encargada de la limpieza.

Ni una ni la otra.

Cuando abrí la puerta no había nadie. Estuve a punto de cerrarla cuando mi vista se dirigió a un sobre blanco que reposaba en el piso. Lo tomé extrañada y cerré la puerta, no sin antes echar otro vistazo para confirmar que no había nadie. Pensé en dejarla en el mesón por si era para Emma...pero mi estúpida curiosidad siempre ha sido mayor que mi respeto.

Saqué la carta del sobre y la desdoblé. Si mi mandíbula hubiese podido caer al suelo como en las caricaturas lo hubiera hecho.

Mi voz tembló en cada palabra que pronuncié leyendo la nota.

Sabe que estás aquí. No te quedes mucho tiempo.

Recontramierda.

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Adiosito.

FOSTER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora