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April.

Ven a mí, muñeca—dijo el hombre con una máscara cubriendo su rostro.

—Por favor no me hagas daño—dije entre sollozos.

Corrió hacia mí, con una mano tapó mi boca y con la otra me apretó hacia él para que no intentara escapar. Le propiné un puñetazo en el rostro pero pareció no afectarle en lo absoluto por la máscara.

Ya me quedaba sin aire cuando me volteó para ver su rostro descubierto con una sonrisa retorcida diciendo:

Serás mía, pequeña ruidosa.

Desperté totalmente sudada con Emma a mi lado tomando mi mano mientras se acomodaba.

—Ya pasó, fue una pesadilla, ya pasó—dijo abrazándome.

Me aferré a ella tanto como pude. No quería soñar con eso otra vez, sin embargo, el recuerdo tortuoso había quedado grabado en mi mente. Me sentía condenada, atrapada en el pasado sin poder avanzar. Cuando sentía que daba un paso adelante mi mente jugaba conmigo y me enviaba otra vez a esa noche.

Intenté contener mis lágrimas pero seguían rodando por mis mejillas sin control. Mis sollozos eran lo único que se escuchaba por toda la habitación oscura. El recuerdo de ese hombre se aferraba tanto a mi mente que era imposible de superar.

Emma me sostuvo y yo enterré mi rostro en su cuello empapando su sudadera blanca.

Ya estando calmada quería hablar con ella, contarle mi plan y lo que conllevaba a eso, pero no quería meterla en problemas que ni yo estaba segura de poder superar. Ella era mi mejor amiga desde hace años y no quería ocasionarle líos como los que carcomían mi cabeza.

Emma siempre estuvo conmigo en California, ahí nos conocimos. Muchas veces me ayudó a olvidar momentáneamente el pasado...en algunas ocasiones funcionaba, en otras era aún más doloroso. Crecimos juntas compartiendo momentos de felicidad, por ende, cuando ocurrió lo de aquella noche no estaba muy segura de decirle pues teníamos ocho años y sería un trauma para ella como lo estaba siendo para mí. Cuando cumplimos diez le conté todo exceptuando la identidad del hombre, pues desde ese momento he tenido la necesidad de vengarme y no la quería involucrar. Pero no podía lograrlo sola.

Me limpié las lágrimas, aunque el dolor era insoportable tenía que seguir con mi vida y no iba a descansar hasta verlos destruidos, a todos.

—¿Estás...bien?—preguntó mi amiga sobando mi espalda.

—Sí...—mi voz salió en apenas un hilo.

—Estoy contigo, ¿De acuerdo?—preguntó dándome un beso en la frente.

Tenía que decírselo, era el momento.

—Emma, fue él...—luchando con el dolor en mi pecho dije su nombre. Lo susurré con la voz entrecortada, decirlo dolía tanto...

Los ojos de la rubia se abrieron tanto como su boca al mismo tiempo de que sus lágrimas los llenaban.

—Pensé que no sabías quién era.—dijo con una suave y dulce voz—Lo siento tanto, April...—su mirada se quedó fija en el piso.

FOSTER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora