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Los gritos de alguien en completa agonía despertaron sus sentidos. El humo y el olor a madera quemada le daban problemas para respirar, y cubrió su rostro con su cuello polar mientras se volteaba para ponerse de pie. Sus armas estaban a algunos metros, en el piso.

Avanzó y suspiró con fastidio al notar que no tenían balas. Buscó a sus alrededores y vio un subfusil junto a una mano cubierta de tatuajes y sangre. Tomó el cuchillo de combate en su cintura y lo empuñó con fuerza, antes de hundirlo en el pecho de un hombre que se sorprendió al ver la hoja.

Equipo Cobra, habla Águila, ¿hay alguien con vida?

—Equipo Águila —se sorprendió al oír su voz como un graznido —, aquí Bruja. Creo que estoy sola.

Maldición —soltó —. ¿Cuál es su estado?

Se echó un vistazo: algunos rasguños y golpes en todo el cuerpo, y un agujero de bala en su brazo izquierdo; parecía estar bien.

—¡Jules! —gritó alguien. Se cubrió con su cuchillo y lo bajó al ver a Mark avanzando hacia ella, rengueando y tapando una herida en su pecho.

—Mark —murmuró, acercándose y sujetándolo antes que tropezara —. Resiste, Águila sigue de pie. Iremos hacia ellos y...

—No —la cortó —, no iremos con nadie.

Jules lo miró con detenimiento: su voz era extraña, y sus ojos evitaban verla directamente a la cara.

—Águila —avisó —, encontré a Mark. Al parecer está malherido.

Bien, enviaremos dos hombres a su encuentro.

—No lo entiendes —balbuceó el chico —. Siempre creíste ser tan inteligente, tan vivaz... Pero eres una completa estúpida.

—¿Qué... ?

Su abdomen comenzó a arder, casi a quemar con un dolor creciente. El disparo fue apenas audible, y no demoró demasiado en ver el silenciador que el chico había estado colocando en su arma mientras evitaba mirarla.

—Has llegado demasiado lejos, Jules —se irguió perfectamente, y ella comprendió que todo había sido una actuación —. No puedes regresar con toda la información que tienes.

—¿Por qué? —cayó de rodillas, sintiendo la sangre que manaba de su cuerpo.

—¿Por qué? —sonrió, mientras guardaba su arma —. Es muy simple: poder. Ellos son poderosos, pueden darme todo lo que siempre he querido y más.

—No lo entiendes... —la sangre le escapaba por la boca.

—No Jules, tú eres la que no entiende.

Despertó agitada, con un martilleo en la cabeza y el cuello entumecido. La conversación con Mark parecía haberse grabado a fuego en su mente, y la revivía una y otra vez desde la noche del atraco. Se levantó con cuidado, sintiendo la piel tensándose bajo sus vendas y miró su reloj: las once de la noche.

Fue hacia el baño y se lavó la cara con agua fría; se recogió el cabello en una cola desprolija y salió. Bajó las escaleras en silencio, evitando despertar a nadie con el crujido de las maderas bajo el peso de su cuerpo. 

Cuando estuvo en la planta baja, se acercó a la puerta y se apoyó en ella, con la mirada fijada en las escaleras, esperando. Una silueta no demoró en aparecer y detenerse a su lado en completo silencio.

—¿Lista?

—Vamos —asintió.

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Secretos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora