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La cabeza le estallaba, el cuerpo le dolía de una manera extraña y un olor insoportable lo envolvía. Abrió los ojos y las luces incandescentes lo cegaron instantáneamente.

—No seas llorón—una voz grave le hablaba con sorna.

—¿Dónde estoy? 

—Estás en un lugar seguro —la voz sonaba lejana por momentos.

—¿Quiénes son ustedes? —repentinamente, el pánico lo invadió —¿Y Kylie? ¿Dónde está? ¿Qué le hicieron?

—Ella está bien —ahora sonaba honesto y tranquilizador —. Tú también lo estarás, si primero nos ayudas un poco.

El sonido de una silla de caño arrastrándose lo sobresaltó. 

—Tengo entendido que tienes deudas con Kloeber —comenzó —. Me gustaría saber más sobre eso.

—Tengo que pagar —sonaba desesperado —. Tengo que pagarle o va a matar a Kylie, no puedo dejar que la toque.

—Nosotros podemos ayudarte —intentó calmarlo —. Pero necesitamos que nos digas todo lo que sabes sobre Kloeber, su organización y tus deudas.

—Va a matarnos, no podemos escapar.

Revoleó los ojos al techo, mirando la cámara y suspirado ruidosamente.

—Robert, necesito que te calmes y me digas lo que te estoy pidiendo —su paciencia se estaba acabando.

—No puedo hacerle eso a mi hija, no puedo dejar que la maten —sollozó.

Se puso de pie y salió de la habitación, dando un portazo y tratando de calmarse. Tomó su teléfono y aguardó a que le respondieran.

—Aún está demasiado ebrio —comentó.

Dale algunas horas, enviaré a Tom a revisarlo.

—De acuerdo —colgó y fue hacia el gimnasio.

Se detuvo en la puerta y revisó su teléfono antes de entrar; un mensaje de Jake acababa de aparecer en su pantalla, y frunció el ceño al leerlo. Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la salida, apresurando el paso hasta encontrarse trotando.

—x—

Kylie cayó de espaldas por décima vez, y Jules decidió que era momento de una charla.

—Si sigues siendo tan débil no lograrás nada más que ser una refugiada de por vida.

—No soy débil —respondió, fastidiada, agotada y dolorida —. Estoy herida, y tú eres muy bruta.

Jules levantó una ceja.

—Yo también estoy herida —comenzó, acercándose a ella y mirándola con frialdad —. Allá afuera no importará si tienes cada hueso de tu cuerpo roto, tienes que seguir o morirás.

—Tal vez no quiera ser agente de campo sino... de inteligencia —se puso de pie conteniendo el aliento. La piel de su espalda estaba tensa.

—Todos comienzan siendo agentes de campo —hizo una pequeña pausa para verla detenidamente a los ojos —. Algunos nunca avanzan lo suficiente como para hacer trabajos mejores.

Kylie desvió su atención a sus propios pies: esa conversación no llegaría a ningún lado. Pensó en lo que Will le había dicho: identidades nuevas.

—Will mencionó algo sobre tener una nueva identidad —tanteó —. Si él también está aquí ¿cómo es que pudo ir a la escuela y entrar a la universidad?

Secretos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora