CAPÍTULO 11.

59 11 50
                                    

<<Aleeza>>

Jueves. Penúltimo día de la semana.

Ya era la hora del receso y me encontraba en las escaleras donde había acordado con Pamela para desayunar.

Había estado reflexionando toda la noche sobre mi comportamiento con Gian y sabía que tenía que pedirle disculpas, pero no sabía cómo.

—Hey Aleeza, ¿cómo estás?.

—¡Pame, hola!. Me alegro que sí hayas vuelto—le regalo una sonrisa.

—Por supuesto que lo haría, ahora somos amigas, ¿no?—asiento con la cabeza y luego nos dirigimos a la cafetería.

Cada una pidió sus respectivos alimentos. Antes de volver a las escaleras giré a donde me había sentado los primeros días. Contra el árbol, se encontraba un Gian sentado, escuchando música con los ojos cerrados.

—¿Estás bien?—me pregunta Pamela sacándome de mis pensamientos.

—Sí, es sólo que...¿Ves aquel chico?. Es uno de los dos con los que he hablado y para ser sincera, ayer no lo traté de la mejor forma posible.

—¿Se puede saber por qué?.

Tenía ganas de contarle la razón, contarle del porqué a veces reaccionaba así. Sin embargo, todavía tenía miedo. Miedo de lo que ella llegara a pensar de mí. Apenas nos íbamos conociendo y revelarle una de mis mayores inseguridades no lo veía tan prudente.

—Ya sabes...Andrés—ella rió ante mi comentario.

—Bueno, yo creo que sí es de los pocos con los que hablas, deberías intentar arreglar las cosas. Yo te acompaño—sonreí ante su consejo.

Pamela era una chica que transmitía mucha tranquila y eso se reflejaba al momento de hablar y actuar.

Lo consideré un rato y finalmente decidí que era lo mejor.

Nos dirigimos hacia donde estaba Gian. Me coloqué justo en frente de él, de pie. Al notar mi presencia abrió los ojos, sorprendido se quitó los audífonos.

—Hola—le sonreí de lado un poco apenada.

—Hola Aleez, escucha yo...

—No, Gian; yo lo lamento mucho. No debí portarme así, es sólo que...

—¡Andrés!—gritó Pamela. Gian y yo la observamos y comenzamos a reír.

—En verdad, lo lamento. Te lo explicaré luego—miré directamente a los ojos de Gian.

—No tienes que explicarme nada. Entiendo, a veces hay días de mierda—me sonrió—¿Amigos?.

—Amigos—le sonreí al tiempo que me sentaba junto a él con Pamela a mi lado—Ella es Pamela, mi nueva amiga. Pame, el es Gian, el ser más irritante que haya pisado este mundo.

—Eso no decías mientras gritabas mi nombre hace unos días—dijo Gian con tono burlón. Pamela se echó a reír fuertemente y yo miré de muy mala forma a Gian—¡Es broma!, no te enojes de nuevo, por favor.

Simplemente me reí. El humor de Gian podría ser, quizá, un poco pesado. Algo a lo que debía ir acostumbrándome.

—Ya nos conocemos—esta vez, habló Pamela—Es un torbellino. En clase no para de hablar y sobre todo, no para de echarle ojos a Megan.

Auch.

No tendría que importarme.

—Mmm, Megan, ¿eh?—miré a Gian.

DECOCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora