CAPÍTULO 13

46 9 17
                                    

<<Aleeza>>

—¿Y bien, doctor?, ¿cómo está?.

Me muevo incómoda en mi asiento. Los síntomas que he tenido últimamente aunado a la cara de pocos amigos del doctor no me produce una sensación de tranquilidad.

Escucho atentamente lo que vaya a decir el doctor preparándome mentalmente para la noticia.

—Bueno, ¿cuándo fue la última vez que te vi?—me pregunta sin despegar la vista de las hojas que contienen los resultados.

—Hace un mes y dos semanas—no responde y se queda un rato en silencio, todavía con su mirada fija.

Volteo a ver mi papá con preocupación, él se encuentra igual pero me sostienen la mano y me da una ligera sonrisa.

—Bueno—nos mira. Principalmente a mí a los ojos—los niveles de proteínas en tu orina han aumentado. Es por eso la hinchazón. ¿Has tomado tus medicamentos de manera correcta?.

No pude responder rápido. Mi cabeza se sumergió, se hundió en mis pensamientos al escuchar aquellas palabras los niveles de proteínas han aumentado. Eso no era bueno, en lo absoluto.

Cuando las proteínas aumentan en tu orina quiere decir que tu riñón comienza a presentar problemas, lo cual debe ser rápidamente tratado para evitar algo más grave, como podría ser un trasplante.

—Sí, los ha estado tomando bien—muevo mi cabeza regresando a la realidad. Mi padre ha respondido por mi.

—Bien, no es grave, por el momento. Necesitamos aumentarte la dosis de ácido micofenólico. De aquí en dos semanas que te volveré a ver tiene que hacer efecto. De lo contrario, sabes a lo que tendremos que recurrir.

No tenía que decirlo porque yo lo sabía a la perfección.

Terminó la cita y me dirigí con mi papá a la casa. Todo el camino fue en silencio. Únicamente me dediqué a escuchar música a través de mis audífonos y observando la ventana. Mis ojos se cristalizaron, sin embargo, me abstuve de derramar alguna lágrima, tenía que ser fuerte por mi, mi papá y mi familia.

Llegamos a casa y entramos, me dirigí rápidamente a mi cuarto.

—Hija, ¿no vas a cenar?.

—No tengo hambre, pa—él se acerca y me abraza. Le correspondo y mis ojos no aguantan más.

—Todo estará bien, ¿sí?, tomarás tu medicamento como dijo el doctor y no habrá necesidad de que te hospitalicen—me miraba directamente a los ojos.

Aparentaba ser fuerte pero tanto él como yo, estábamos seguros de que él estaba tan angustiado como yo.

Únicamente le sonreí de lado y fui a mi cuarto.

—¿Qué ocurrió?—logro escuchar que su mujer le pregunta, pero no lo demás ya que cierro la puerta.

Saco mi celular y rápidamente le marco a mi mamá.

Pese a que no quiero preocuparla, necesito sus palabras, necesito saber que todo estará bien, porque ella estará para mi.

—¡Hija!, ¿cómo estás?, ¿cómo va todo?, ¿cómo te fue con el doctor?.

La miro triste y no logro articular voz. En mi, es muy notorio cuando lloro o tengo ganas de hacerlo.

—Aleeza, ¿qué ocurre?—vuelve a preguntar mi madre y no me contento más. Comienzo a llorar sin poder decir nada—Por favor, no me digas que otra vez...

—Las proteínas han aumentado en mi orina otra vez—sorbo mi nariz—no es grave, me han aumentado la dosis de ácido. De aquí en dos semanas debe hacer efecto, de lo contrario...

DECOCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora