CAPÍTULO 6

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Ha llegado el día.

No pegué un ojo en toda la noche y mi cuerpo ahora me cobraba la factura.

El estrés, el desvelo y el sol son mis mayores enemigos con los que, si no aprendo a sobrellevarlos, ellos pueden llevarme a mí.

Mi rutina de las mañanas es completamente repetitiva así que no hace falta que lo explique. Sin embargo, me miro al espejo y observo con cuidado mi rostro.

Hinchada.

Justo hoy que inicio clases a mi cara se le ocurre hincharse.

¿Por qué habría de pasar eso?.

Sólo tenía dos respuestas: efecto secundario de la prednisona que consumo o comienzos de problemas con mi riñón.

Como sea, es más probable que sea lo primero.

Espero que lo sea.

Me encuentro arriba de la camioneta ya en movimiento. Aferro con todas mis fuerzas mi mochila ante mi pecho.

Estaba nerviosa y no sabía porqué, era lo que desde hace tiempo esperaba tanto.

Sin embargo, miro el hermoso paisaje que hay ante mis ojos. Las palmeras, el cielo con un bello tono rojizo. La brisa pegar contra mi rostro.

Era suficiente para darme cuenta que no quería bajarme de aquella camioneta. Saqué mi celular y tomé una foto.

Un lugar así era digno de ser tratado de esa forma: venerarlo.

—No estés nerviosa. Todo saldrá bien, hija—dijo mi papá al notar mi claro nerviosismo.

—No estoy nerviosa—respondo tratando de sonar lo más tranquila posible.

—Si los asientos no fueran de cuero, estoy seguro de que mis pies ya estarían nadando entre tu sudor—respondió Aldair con un tono burlón desde atrás.

—Eso no ayuda—respondo.

Él bufa y se acerca a mi asiento.

—No pasa nada, es una simple universidad.

—Es todo nuevo para mí.

—Lo fue para todos en algún momento.

—Es diferente para mí. Tú eres de aquí, yo vengo de otro estado.

—Eso no tiene nada que ver. Incluso puedes agarrarlo a tu favor. Serás la sensación—comienzo a reír ante su comentario.

Lo que menos quería era eso.

—Estoy bien así, gracias.

—Hemos llegado, chicos. Espero les vaya muy bien e hija...sabes que te amo. Por favor, cuídate mucho.

—Te quiero papá, estaré bien—dije mientras salía de la camioneta.

—Estaré al pendiente, cualquier cosa te marco, Alejandro.

Se despide Aldair de mi papá, a lo que este asiente y espera a que entremos para luego retirarse.

Caminamos hacia la entrada principal de la escuela, pero justo antes de entrar me detengo y analizo lo que ahora, será mi vida en adelante.

—Hey—Aldair gira hacia mí—Sé que estás nerviosa pero no tienes porqué sentir miedo. Yo...bah, mira, sé que me comporté grosero cuando te dije que no sería tu niñero—se detiene y toma un poco de aire.—Pero aquí estaré. Además, le prometí a tu papá que estaría al pendiente.

Gira y comienza a caminar, pero a pocos pasos vuelve su mirada hacia mí.

—No estás sola.

Hace una muy leve sonrisa de lado para luego marcharse.

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