CAPÍTULO 48

10 2 11
                                    

<<Aleeza>>

26 de diciembre de 2020.

La fecha tan esperada había llegado.
Hoy Gian estaba de cumpleaños y lo que era aún mejor: lo celebrariamos juntos, en el concierto de nuestros sueños.

Mi celular suena al mismo tiempo en que salgo de la ducha.

—¿Quién está lista para el mejor día de su vida?—Dice una voz muy entusiasmada detrás del celular.

—Nunca será el mejor día de mi vida hasta que llegue a conocer a Harry Styles.

Hubo un corto silencio.

—Bueno, entonces espero que ese día Harry te trata como la princesa que eres.

Reí ante su comentario y él me siguió.

—¿Tienes todo listo?, ¿gafas?, ¿bloqueador?, ¿medicina?.

—Gian, el concierto será en la tarde. No será necesario ni el bloqueador ni las gafas.

—¡Son los Rolling Stones!, ¡ellos pueden hacer lo que sea!

–¿Ah, sí?, ¿cómo qué?

—Podrían hacer un sol ficticio y alumbrar de noche.

Aleeza, ¿en verdad este chico es tu novio?.

Tienes razón—dije.—Lo llevaré.

—Paso por ti a las ocho.

—Estaré lista.

Estaba a punto de colgar cuando Gian me habla de nuevo.

—Una cosa más.

¿Qué?.

—Gracias por darme este día.

—Entonces, ¿ya sabes qué harás?.

—Aldair, en verdad no creo que Keith Richards acceda a darte una plática privada.

—Por favor, sólo dile que soy su mayor fan.

—La semana pasada dijiste que Jimmi Hendrix era mejor baterista que cualquiera.

Aldair se quedó en silencio un segundo, mirando a la nada, pensando en todo.

—Seguiré mandándole twits hasta que me responda.

Acto seguido se marchó a su habitación.

Me encontraba sentada en la sala revisando mi celular cuando mi papá entró y se sentó a un lado.

—¿Llevas todo?, ¿te hace falta algo?.

Rodeé los ojos.

Si me pagaran por cada vez que escucho esa pregunta de Gian o mi papá, quizá ya fuera más rica que Carlos Slim.

—Sí. Todo está en absoluto orden. No sé porqué tú y Gian siempre preguntan lo mismo—mi tono de voz fue un poco más molesto de lo que pensé.

—No lo tomes a mal, Aleeza. Todos nosotros estamos conscientes de tu estado de salud y no queremos que por cualquier descuido tú...

—Yo también estoy muy consciente de mi estado de salud—lo miré directamente a los ojos—Pero eso no debe de prohibirme disfrutar de la vida—tragué saliva—Sé lo que implicaría un descuido, una recaída. Sé qué es dormir en el hospital conectada a muchos cables o que te despierten con piquetes de agujas—mi voz se quebró—pero también sé que, pese a ello, quiero sentirme viva, quiero sentir que pertenezco a las demás personas, que soy igual que ellas y que nada me detiene. Yo sólo...—dejé salir todo el aire que no sé en qué momento retuve y me limpié rápidamente una lágrima.

DECOCKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora