Capítulo 2

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GILBERT.

Estar estudiando en la universidad de Toronto era impresionante. Las vistas de mi habitación eran increíbles, me sentía eufórico por poder estar cumpliendo mi sueño.

Pero sentía un dolor en el pecho que no me dejaba dormir. Pensaba en cómo estaría Ana allí, ¿la tratarían bien? ¿Encontraría a otra persona que compitiera contra ella? ¿Le resultaría fácil adaptarse a la academia?

Todas esas preguntas se formulaban en mi cabeza. Así que decidí escribirle una carta.

Justo en el momento en el que dispuse a hacerlo, con mi pluma y papel de carta, llamaron a la puerta.

Era el mensajero. Enseguida me levante y una sonrisa de oreja a oreja se me puso en la cara.

—Gracias. —le dije y cogí la carta. Cuando leí su nombre, sonreí. Esta chica me tenía enamorado, cuando estoy con ella es como si todo lo malo que hay en el mundo desapareciera, como si solo fuéramos nosotros.

¿Quien hubiera pensado que éramos correspondidos y no lo sabíamos? Yo, desde luego, no. Ella siempre pasaba de mí, o me trataba mal, al menos al principio.

Después, no capté las señales. Supongo que estaba rindiendome con ella, y la noche que le pregunté sobre nosotros, y me confesé nuestros sentimientos, no estaba en condiciones de decir nada, seguramente por la bebida de aquella celebración.

Recuerdo que una de las palabras que dijo fue: pirata.

Y me quedé como ¿pirata? Quiere ser un pirata. ¿Le gustan los piratas? Estaba volviéndome completamente loco, y la verdad es que era comprensible que no entendiera a que se refería.

Abri la carta y me senté en una silla de mi escritorio. Di un suspiro y empecé a leerla.

"Querido Gilbert,

Me parezco a mi madre. Ahora entiendo todo lo que represento, y ya no tengo tanto miedo a mostrarme tal y como soy.

Ahora comprendo que no soy tan rara.

Mi mamá era pelirroja, al igual que yo. Al igual que a mi también le gustaba imaginar, he encontrado diarios con sus escritos más apreciados, y no he podido evitar emocionarme al leerlas.

Diana me contó lo que pasó en el tren, así que no tienes porque darme ninguna explicación. Estoy tan emocionada de que ambos sepamos la verdad sobre nuestro amor... espero que la distancia no sea ningún impedimento. Tengo miedo de que me olvides o me reemplaces.

Recuerda que solo yo puedo competir contra ti en clases.

Siento no haber leído tu anterior carta. La rompí y nunca supe de tu afecto hacía a mí, ni que no te ibas a casar.

Cuándo Winifred me contó que no os casariais, fui corriendo a hacer las maletas y verte plantado en la puerta fue una gran y hermosa sorpresa.

Aquel beso fue inexplicable. Durante las dos semanas que llevo sin verte, no he dejado de pensar en tí, en tus abrazos, en nuestras pequeñas rivalidades. Y sobre todo en todo lo que siento y sentire por tí durante mucho tiempo.

Eres mi primer amor, y espero no tener que recoger los trozos de mi corazón en mil pedazos. Solo pido que sea lo que sea que tenemos ahora, sea duradero.

Con amor y cariño,

Anne Shirley Cuthbert. "

No lo podía creer. Anne había encontrado su verdadera identidad, y estaba feliz. Aunque no podía ver su rostro, sabía que lo estaba. No podía contener la ganas que tenía de abrazarla, y decirle cuánto la estoy extrañando.

Jamás podría competir en clase con otra persona que no fuera Anne. Ella siempre fue inteligente, y admiraba su actitud tan determinada, aunque solía ser impulsiva también.

—¿Quién te ha mandado una carta?—pregunta George, mi compañero de habitación. Es un chico de cabellos rizados negro, y de piel morena. Lleva una camisa blanca, y unos pantalones grises. Sus ojos son marrones. —¿Tienes una admiradora, Gilber Blythe? Demasiado pronto diría yo...

Me echo a reír durante un rato. Si supiera que he estado esperando a que Anne me correspondiera durante 3 años, y que no fue tan fácil conquistarla. Anne, no es cualquier chica común, ella es tan creativa y valiosa, una persona que defiende las injusticias, que le gusta ayudar a los demás, y que tiene bien claro sus propósitos en la vida.

Se nota que ha sufrido años en Soledad, en los orfanatos no suelen tratarlos demasiado bien. Y ojalá que eso cambiara, pero la realidad es más triste.

Se que sus padres ya no viven, pero me emociona el hecho de que por lo menos haya descubierto como eran, y que hubiera diarios con sus memorias. Ella siempre se sintió mal por el hecho de no haberlos conocido, ni haber sabido sobre sus vivencias.

—Es mi novia, Anne. —digo con una sonrisa extraño por utilizar la palabra novia entre mis labios.

—Así que, ¿tienes novia?—pregunta alzando una ceja y rie leve. Asentí con la cabeza. —Eso si que, va a dejar afectadas, a todas esas chicas que han estado observandote desde que llegaste a la universidad.

Me llevo una mano a mi cabello.

—No lo creo. Hay más chicos a los que puedan seguir observando —dije restandole importancia.

—Supongo, aunque cuándo las chicas ponen su atención en alguien en concreto, tardan un tiempo en dejar de hacerlo.

Suspiro y niego con la cabeza.

—Mis ojos solo están centrados en ver a una sola chica, Anne Shirley. Ella es la única que me importa en estos momentos.—dije seguro.

—Me gusta que tengas tus sentimientos claros. No todos los chicos lo tienen.—dijo mirando hacia un lado.

Sonreí.

—¿Y tú? ¿Tienes novia?—pregunté lleno de curiosidad. Él negó con la cabeza.—La tuve, pero decidimos dejarlo porque no queríamos tener una relación a distancia.

—Oh...

—Por eso te admiro, tu sabes llevar la relación a distancia con Anne. Tienes claros tus sentimientos, y si ella te envía cartas es porque también lo tiene claro—sonrie y me da una palmadita en la espalda.

Asentí con la cabeza y me puse a escribir una carta con papel y pluma.

Querida Anne...

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2021 ⏰

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