x. sᴏᴊᴜ

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Las botellas de Soju se apilaban una a una sobre el bote de basura. El parque se tornaba cada vez más solitario, anunciando que las horas se disolvían como arena en un reloj entre los dedos de Park Hee Sook.

Probablemente eran cerca de las doce de la noche, o algo así.  A ese punto, poco le importaba. El contacto de Lee Minho brilló en la pantalla, y algo se removió titubeante en su interior. Luego de su desaparición, la chica solía marcarle constantemente, aún sabiendo que nadie contestaría. Se había vuelto casi una necesidad... esperar pacientemente para dejar un mensaje en el buzón de voz, al menos le servía para desahogarse. Despues de la mudanza había abandonado ese mal hábito, pero justo esa noche, con todas las botellas de alcohol en su sistema, una vocecita en su interior le anunció que quizá, no era mala idea recaer de nuevo.

Las yemas de sus dedos ardieron al presionar el famoso contacto. Llevó el teléfono a su oreja, esperando pacientemente a que la contestadora la dirigiera al buzón de voz.

"El número que usted marcó está ocupado, o fuera del área de servicio. Si desea dejar un mensaje de voz, marque uno..."

Sin dejar pasar un segundo más, sus dedos presionaron automáticamente la tecla mencionada.

—Hola, ha pasado algún tiempo, ¿no lo crees? —soltó una risita amarga. —La última vez que llamé fue una noche antes de mudarme a Nueva York. Es gracioso, recuerdo haberme consolado a mí misma diciendo que cuando volviera todos sería como antes —admitió. —Pero ya regresé, todo es una mierda y tú no estás aquí. Estoy bebiendo soju en el mismo parque solitario que solíamos frecuentar, no sé cuantas botellas llevo, pero si te estoy llamando, seguro ya me excedí —confesó. —Tengo hambre, ¿sabes que se me antoja? Alguno de esos deliciosos platillos que solías cocinar. Me hacías de comer cuando estaba feliz y cuando estaba triste, cuando estaba feliz, tu comida sabía a gloria, y cuando estaba triste, sabía diez veces mejor. Si estuvieras aquí seguro te molestarías conmigo, dirías algo así como: “¿Acaso no te enseñaron sobre los peligros de andar ebria y sola durante la noche en medio de la ciudad?” Luego me arrastrarías a tu tonto auto y me llevarías a casa, seguirías tan enojado conmigo como para cocinarme incluso si te lo pidiera, así que comprarías un paquete de ramen instantáneo, pero de todas formas lo terminarías preparando tú. Pues bien, odio que no estés aquí ahora mismo para regañarme y cocinarme, odio tu estúpido carro que nunca me dejaste conducir, odio que seas un padre irresponsable que deja a sus gatos con la abuela, y te odio a ti, por no estar aquí —espetó, con un tono de molestia, frunciendo los abultados labios y el ceño. —Minho-sshi, ¿por qué no has regresado? Vuelve pronto, los gatos te extrañan y tu familia te necesita... —pronunció, con un ligero tono de reproche. Vaciló un momento, alzando su rostro y perdiendo la mirada en el oscuro cielo teñido de estrellas —...yo te necesito.

La chica suspiró cuando el tono marcó como finalizada la nota de voz, soltando un suspiro al notar que pasaban de las doce de la noche. Debía salir de ahí. Tomó su bolso y salió del parque, caminando tranquilamente hasta la parada de autobuses. Se sentó sobre el frío asiento, recargando su cabeza sobre la lamina blanca y cerró sus ojos con cansancio.

Un brusco agarre en su brazo derecho la sobresaltó. Volteó la mirada, encontrándose con un sujeto probablemente cercano a la edad de cincuenta años, con traje desalineado, maloliente y seguramente igual o más ebrio que ella.

—Acompáñame, bonita. Tengo algo de dinero.

—No, suélteme —exigió, intentando liberarse del agarre vanamente, pero el tipo parecía llevarle ventaja con su fuerza.

𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐒𝐔𝐈𝐓 ; LEE MINHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora