Jihoon nunca había tenido la mejor suerte. Estaba seguro que todo lo que le quedaba de suerte se la había gastado sobreviviendo a esa inundación que casi acaba con su vida. Y ni siquiera él mismo se había salvado.
Aún recordaba los ojos chocolate del joven que le había salvado. Alto, cabello azabache y unos ojos chocolate que parecieron escarbar en lo más profundo de su alma.
Nunca había visto unos ojos más sinceros.Solo en esa ocasión de sintió realmente afortunado. Por estar vivo y tener ese encuentro con aquél ángel en el cuerpo de un humano.
Su vista se volvió borrosa por la sangre que caía desde su frente y finalmente se permitió cerrar los ojos.Aquél tsunami había arrasado con todo. Y para cuando recuperó en conocimiento no tuvo ni dos segundos de descanso cuando lo sacaron de la camilla, necesitaban ocuparla.
Él solo estaba en un viaje escolar, nadie les había advertido del inminente tsunami que azotaría las costas. Si la situación hubiera sido menos devastadora lo más probable es que les hubiera dicho a sus padres que lo obligaron a ir: "se los dije", pero no podía hacerle eso a su madre.
En cuanto pudieron ir por él estuvo más de una hora abrazándole y sollozando por su hijo.Su mente estaba en otro mundo. Y sus ojos buscaban a aquél moreno, aún le quedaba agradecerle. Invitarlo a tomar algo y...
No.
Jihoon no tenía esa suerte. Las cosas no iban bien para el desde que nació, definitivamente no volvería a verlo. Solo le quedó agradecer para sus adentros y quedarse con la mínima esperanza de volver a encontrarse.
Aún recordaba a la perfección ese momento, incluso dos años después.
¿Y que mejor que regresar para recordar los buenos tiempos?
Gruñó de inconformidad cuando uno de sus compañeros bajó del autobús, empujándolo en el proceso. Su madre no aprendía y él tampoco al ser tan obediente a sus ojitos tristes al decirle que no.
Metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y dio una inhalación, el aroma a mar le hizo arrugar la nariz y empezó a caminar. En su paranoia había memorizado el lugar, incluyendo nombre de las calles más cercanas al hostal donde su clase estaría por si se perdía. Con la suerte que tenía no lo dudaba.Caminó de mal humor alejándose lo más posible del agua. La inmensidad del mar le había quedado más que en claro tras el accidente y simplemente quería ser precavido, no sentía miedo, solo era un entendible y creciente respeto.
En sus pasos sobre el asfalto lleno de arena una voz le hizo levantar el rostro.— ¡Se pueden tropezar, niños, tengan cuidado!
Un salvavidas daba indicaciones a un grupo de niños que corrían despreocupados por la arena. Si el hubiera estado en ese grupo ahora estaría con el rostro enterrado entre la arena al haberse caído. A ese punto iba su mala suerte.
Apretó los labios en una mueca y un grito más llamó su atención.— ¡Tu también, Mingyu, no les des ánimo!
Una alta silueta pasó corriendo a su lado, dándole un empujón y casi tirándole al suelo.
— Imbécil.— Jihoon maldijo entre dientes, empezando a arremangar las mangas de su chaqueta.
Pero cuando el alto hombre giró el rostro para verlo quedó pasmado. Piel morena, ojos color chocolate y el mismo cabello azabache.
Si repertorio de insultos se redujo a un: "mierda" y tragó saliva en seco.— ¡Tú!— el desconocido le apuntó con un dedo, abriendo sus ojos sorprendido.— ¡El niño bonito que casi se muere!— exclamó, su expresión sorprendida cambió a una enorme sonrisa que dejó sus colmillos al descubierto.
Jihoon parpadeó repetidas veces con perplejidad. ¿Acababa de decir "niño bonito"?
Las mejillas se le pusieron rojas de un momento para otro.El moreno pareció darse cuenta de lo que dijo y se llevó una mano a la boca.
— ¡Quiero decir, el que casi se muere!— Corrigió apurado.— ¡No estoy diciendo que no seas bonito, porque si lo eres, incluso si te vi con el rostro lleno de sangre!, ¡Lo que quiero decir-
Entre más hablaba más lo empeoraba. Empezó a ponerse nervioso por los pequeños ojos del desconocido mirándole aún impresionado. Soltó un quejido de frustración.
— ¿Cómo estás?— Finalmente pudo hablar sin nervios. O eso aparentó.
El azabache pareció regresar de otro planeta, había estado divagando entre sus propios gritos mentales. Todos con alertas, su pensamiento más repetido en un lapso de 20 segundos:
ALERTA ROJA, ALERTA ROJA. GOLPE DE SUERTE, GOLPE DE SUERTE.
Una catástrofe se aproximaba. Inconscientemente su mirada fue a parar al mar, que a duras penas se movía por la marea. Él era el único intranquilo.
— estoy... bien.
"o eso creo"
— ¿Y tu herida?
Su mano levantó los cabellos que cubrían su frente, haciéndole dar un pequeño sobresalto, pero aún así Jihoon no fue capaz de quejarse ni alejarse.
Una cicatriz cubría el inicio de su cabello, y una mueca apareció en el rostro del moreno.— Está bien, fue hace dos años.— Ni siquiera supo de dónde consiguió el valor para hablar, pero se sintió orgulloso a pesar de el pequeño temblor en sus palabras.
— Casi 3.— Corrigió rápidamente el más alto. Jihoon se mostró sorprendido.
El más alto le dio una sonrisa apenada.
— Casi tres.— Afirmó Jihoon, llevándose una mano al cuello.
Hubo un incómodo silencio, justo antes de que el moreno decidiera hablar.
— Te estuve buscando estos tres años, pero no te encontré por ningún lado, vienes de...
— Busan. Estoy en un viaje escolar.
— ¿Cuándo te vas?
— En tres días.
El rostro del moreno formó una mueca que Jihoon no supo interpretar.
— ¿No piensas volver en algún momento?— sus palabras fueron más bien como súplicas, los soñadores ojos del más alto brillaban como ningunos al verlo. Se sintió avergonzado, pero para nada disgustado.
— Ahora que sé que estás aquí si.
Pasaron 10 segundos donde Jihoon no entendió porqué el rostro del moreno enrojeció. Hasta que empezó a procesar sus palabras.
Mira, Jihoon nunca acostumbraba a hablar antes de pensar, aquello había sido un desliz.— ¡Quiero decir-— Sus mejillas ardieron como un demonio, y ambos evadieron mirarse por unos segundos en un fallido intento por calmar los estridentes latidos de sus corazones que golpeaban sus pechos insistentemente.
Unos instantes más de silencio le bastaron al moreno para saber que le faltaba algo, se llevó una mano el pecho e inclinó con torpeza su cabeza. ¿Para Jihoon?, el mejor gesto que pudo haber visto en su vida.
— Soy Kim Mingyu, salvavidas de esta playa. Aunque apenas estoy en prácticas.
“Apolo, dónde quiera que estés, gracias por darle la sonrisa más brillante que pude haber visto a este hombre”.
— Yo soy Lee Jihoon. Soy estudiante.— una pobre presentación que fue más que suficiente para Mingyu. ¿Para qué?; Para confirmar que Jihoon era el ser más adorable que pudo haber visto nunca.
Miren, Mingyu nunca había sentido algún interés por nadie, ¿Alguna compañera de la escuela?, ni en sus pesadillas, ¿Algún amigo?, nah. ¿Cualquier otra persona?, no. Simplemente no.
Tuvo que ser Jihoon el que despertara su enorme curiosidad, nadie más que él, alguien que vivía a kilómetros de él. Fue un flechazo inmediato.
Cómo si fuera un cachorro con su dueño, así se sentía. ¿Le molestaba?, En lo más mínimo.Porque para él, el haber conocido en esa desventajosa situación a Jihoon había sido su mayor golpe de suerte.
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I was made to love you. [Mingyu Centric]
Fiksi Penggemarfui hecho para amarte. (serie de one-shots y drabbles, con o sin relación entre ellos, de algún integrante de SEVENTEEN con Kim Mingyu) (avisaré antes de empezar cada capítulo si tiene contenido +18)