Historia #2: Dejar casa.

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Dejar mi casa, dejar el lugar donde me criaron las personas que más amo en el mundo.

Esa es la cosa más difícil que he hecho.

Cuando por fin me acercaba a la puerta, tras despedirme de todos, mis padres, tíos, primos y abuelos quienes se habían reunido allí solo por mi, sentí ese dolor en el pecho, como si me faltara el aire. Como cuando eres claustrofóbico y de repente te falta el aire en esos lugares que tanto evitas.

Sentí un dolor fortísimo en el pecho, unas inmensas ganas de llorar me invadieron.

Claro que sabía que podía volver cada domingo, cuando la familia se reúne a comer, ver televisión y escuchar a mis padres hablar de cuanto les desagradan sus jefes,o a los abuelos hablar sobre su infancia y las anécdotas divertidas de su adolescencia cuando eran jóvenes y vivaces.

En ese momento, en el que llorar no era de avergonzarse, me recordé a mi misma que debía dejar el nido, crecer y madurar, y que como ellos mismos prometieron, no se alejarían de mi, pase lo que pase.

Con eso en mi mente, abrí la puerta y grité desde allí: "¡Adiós! ¡Los amo a todos!" Y salí de allí feliz y triste al mismo tiempo y citando a mi libro favorito: "aún estoy tratando de entender como puede ser eso."

Fin

CRR.

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