❝Porque tal vez, tu serás quien me salve. Después de todo, tú eres lo que más amo.❞
Ellos vienen de mundos distintos pero con heridas que necesitan ayuda para sanar. Tal vez, se necesitan el uno al otro más de lo que piensan.
LIBRO UNO TERMINADO
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
No se durmió, simplemente lentamente dejó de llorar, respiraba más tranquila, aunque sentía una pesadez en su cuerpo, ella se sentía como peso muerto. Yo seguía abrazándola con todo mi ser, con todo mi amor. Parecía una muñeca de trapo, caída, sin expresión, pequeña y frágil. No hablaba, pero de vez en cuando apretaba mi mano como si esta fuera su ancla para no irse de nuevo.
-No hay nada malo que puedas decir, solo habla honestamente que puedo ver las mentiras en tu rostro- dijo de la nada, con una voz ronca, casi afónica. -Se que el silencio te está matando.
La miré. Con lentitud se levantó con el apoyo de sus brazos, pero noté que le dolía poner peso sobre estos así que la ayude. Antes que decirle cualquier cosa y fui por el botiquín de primeros auxilios que tenía en su cocina, pues decía que Greg siempre se lastimaba cuando comía aguacates. Volví con vendas y gazas en mano y me senté frente a ella, entre todo el desastre que era su habitación. Jamás había entrado.
-No quiero que te lastimes- le dije mientras empezaba a curar sus heridas. -No quiero que sientas aquellas cosas que te hacen lastimarte-. Con cuidado para no causarle dolor o incomodidad envolví sus muñecas en las vendas y las bese. -No quiero perderte.
-Las voces eran demasiado- dijo mientras miraba sus muñecas recién curadas. -Sentía que todo estaba mal, que yo estaba mal, que todo era mi culpa.
- ¿Todo por la carta de tu padre?
-Ese fue solo la gota que colmó el vaso-. Suspiro y volvió a tomar mi mano, y esta vez yo se la apreté. -Alguien mato a mis ratas de laboratorio, lo que significa hacer todo de nuevo. Luego, ese mismo día más tarde me hablo mi madre para decirme que mi yegua había fallecido, aquella que me regalo mi abuelo antes de morir. No le pude decir adiós a ninguno, y comencé a pesar en mi madre, en cómo no la he visto en cinco años, y que moriría si le pasara algo.
- ¿Y por qué no me llamaste? Pude haber vuelto. ¿De verdad crees que tu salud es menos importante que cualquier otra cosa de mi trabajo?
-No quiero que dejes tu vida por mí, que empieces a poner todo a un lado cada vez que sufro una crisis.
